22/04/2024
08:38 PM

¿Y los millones?

    ¿Dónde quedó la bolita? Para nosotros y al abordar el abandono de la construcción del centro penal de La Acequia, Naco, se conoció desde el principio, habrá que aludir el juego adivinador, pero con letra y objetivo cambiado. ¿Dónde quedaron los millones? Aquello de dejar abandonada la obra con significativo avance hace cinco años no tuvo una explicación o justificación racional, sino simplemente se “detiene porque se detiene”.

    El proyecto, nacido tras la tragedia en el presidio sampedrano, ubicado en el área urbana, poblada y concurrida, había avanzado con la orientación del entonces obispo auxiliar Rómulo Emiliani y un grupo de empresarios que asumieron el desafío y aunque con muchas dificultades desde la burocracia y el entramado oficial que se vio privado de ganancias derivadas del presupuesto de la obra, el necesitado y deseado proyecto siguió adelante.

    A toda esa trama de obstrucción oficial a cuyos autores no se han deducido responsabilidades, se suma ahora el desconocido destino dado a los 160 millones de lempiras aprobados en Consejo de Ministros a finales de años pasados para la conclusión de los trabajos y hacer realidad la cárcel que, originalmente, se destinaría a reos no tan peligrosos, sino a aquellos que hubieran de pagar su pena y prepararse para la reinserción en la sociedad.

    El sistema de transparencia y rendición de cuentas no se halla en la agenda oficial en ninguno de sus niveles, de tal manera que es una clara evidencia del agujero sin fondo en el que se concreta el “hoy por ti, mañana por mí”. Difícil, pues ya se habló aún antes de la nueva administración de la desaparición y destrucción de documentos. Claro que los papeles no salen corriendo solos de las oficinas, ni se aplican el harakiri. Personas consignadas y pagadas en el presupuesto nacional llevan a cabo estas maniobras para que como en el caso de la cárcel de La Acequia todo pase sin que les pase nada.

    Otra carga más de corrupción, la enésima, pero es necesario rescatar la obra, adentrarse de lleno para su culminación no solo porque la inversión realizada no se pierda, sino para contribuir eficazmente a aliviar la situación de los reclusorios en el país, superpoblados, de manera que el sistema penitenciario no vuelva al pasado, “bomba de tiempo”, con incrementos de la violencia interna que ya ha hecho sus apariciones.

    Hace unos días fueron aeródromos, pistas fantasmales, engullidoras de millones. Ahora, más grave aún, el sistema penitenciario se ha convertido en gran obstáculo para la justicia por la distancia del penal al tribunal. Cuando las cuentas no cuadran, siguen los cuentos que ojalá no sea el camino de la explosiva situación en los penales del país.