Por vez primera en la historia de México, una mujer ha sido electa por amplia mayoría de los votantes para ejercer la titularidad del Poder Ejecutivo durante los próximos seis años, reemplazando a Andrés Manuel López Obrador, su correligionario y protector, cuyo principal logro fue sacar de la pobreza a millones de mexicanos, según asegura el mismo Gobierno. Se trata de Claudia Sheinbaum, nieta de migrantes judíos, graduada en Física e Ingeniería Ambiental, alcaldesa de la capital mexicana, quien compartió el Premio Nobel de la Paz como integrante de un equipo de ambientalistas.
En segundo lugar quedó otra dama, Xóchitl Gálvez, empresaria, quien presidió una alianza de partidos opositores de centro derecha.
El hecho de que dos mujeres hayan captado el respaldo cívico de millones de mexicanos (as) constituye un hecho histórico.
La próxima mandataria deberá hacer frente a una compleja relación con su vecino norteño: Estados Unidos, en que los temas migratorios y el narcotráfico han tensado los lazos bilaterales entre ambos países.
A lo interno, la ola de violencia delictiva, la corrupción, los miles de migrantes que proceden del sur ingresan a suelo mexicano con rumbo hacia el “sueño americano”, el papel del Ejército en la seguridad interna, el sistema de controles y contrapesos electorales y judiciales cuestionado por López Obrador, ocuparán de manera prioritaria la agenda de la futura mandataria.
Sin duda, que son muchos los retos que le esperan a Claudia Sheinbaum, de quien, los mexicanos esperan les mantenga por el camino del desarrollo.
Y en El Salvador, Nayib Bukele, de ascendencia palestina, ha sido reelecto para un segundo período, pese a que la
Constitución política prohíbe la reelección consecutiva. El control total que ejerce sobre los poderes Judicial y Legislativo allanó su continuidad en la presidencia.
Honduras debe buscar fortalecer las relaciones diplomáticas, culturales, comerciales con las dos repúblicas, con las que nos unen vínculos de larga data que pueden y deben ser consolidados para bien de sus respectivos pueblos.
Tanto con México como con El Salvador conviene al interés nacional no solo el mantener cordiales relaciones, tanto a nivel de gobiernos como de pueblos, pero además el que las mismas se profundicen, lo que redituará recíprocamente, tanto con la república norteamericana como con la centroamericana, la vecina con la que más nos identificamos en la región ístmica, en tanto que la nación azteca ha influido en nosotros desde la época precolombina al presente.