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Un réquiem
por Nicaragua

  • 10 noviembre 2021 /

    El vergonzoso simulacro de elecciones llevado a cabo por el matrimonio Ortega-Murillo en Nicaragua, con apenas participación de electores, parece haber habilitado al comandante sandinista a continuar en el poder por seis años más. Todo el mundo civilizado ha desconocido la validez de un proceso más que viciado y solo ha recibido la venia de países como Cuba, Venezuela, Rusia o Irán, y seguro lo harán otras dictaduras por el estilo. Es decir, solo aquellos Estados en los que se desconocen las reglas del juego democrático han podido dar por válido un proceso grotescamente amañado y plagado de vicios.

    El afán de Daniel Ortega, Rosario Murillo y un grupito de adláteres por mantenerse en el poder los ha llevado a cometer todo tipo de arbitrariedades. Cárcel, exilio y muerte se han convertido en el pan de cada día en la patria de Sandino, Darío y Pedro Joaquín Chamorro. El régimen de Ortega y Murillo ha llegado a romper con todos sus antiguos compañeros que han osado criticarlos y ha perdido el respaldo de artistas e intelectuales que, alguna vez, dieron voz a la revolución antisomocista y que hoy han huido a Costa Rica, México, España o los Estados Unidos para conservar su libertad y su vida. Los hermanos Mejía Godoy, que con sus canciones le pusieron letra y música al sentimiento popular nicaragüense, han debido marcharse, y el laureado escritor Sergio Ramírez se ha exiliado en España ante la imposibilidad de pasar su vejez contemplando los volcanes y los lagos que tanto ha amado.

    Los padecimientos de Nicaragua parecen no tener fin. El paréntesis de aurora entre el primer gobierno orteguista y los cuatro que lleva al hilo no supo ser aprovechado por unas fuerzas democráticas internamente enfrentadas, que dieron lugar a un nuevo período de Daniel Ortega, y que parece se perpetuará hasta su muerte, mientras se prepara a un heredero, como ha sucedido en Cuba, Corea del Norte y el resto de regímenes de corte dictatorial.

    Pobre Nicaragua. Como hizo Chávez en Venezuela, se llegó al poder a través de un ejercicio democrático y, desde ahí, se desmontó la democracia misma y se organizó un régimen totalmente ajeno a la misma. Pobre Nicaragua, cuyos hijos más dignos, la mayoría, hoy sufren cárcel, destierro o muerte ante un gobierno implacable que no respeta las libertades más básicas y que se ha dedicado a atacar a la Iglesia y todas aquellas instituciones que defienden la dignidad de la persona humana.