“Vender esperanzas y comprar amaneceres” dice una canción del grupo español Mocedades, que literalmente podemos aplicar a nuestra situación crítica en la que la credibilidad en las autoridades y la confianza en las instituciones han desaparecido en la oscuridad de una larga noche sin que en el horizonte aparezcan indicios de luz del nuevo y promisorio día que tanto anhelamos y necesitamos.
Lo que está a la vista no necesita anteojos es el dicho popular que no llega a las altas esferas. La jornada de selección para aspirar a un puesto de trabajo en el exterior es la evidencia más cercana del grave problema del desempleo, de la destrucción de puestos de trabajo y de la escasez de inversión para posibilitar disponibilidad de recursos estables y sobrevivir. No es favor unilateral puesto que todos necesitamos unos de otros para lograr una convivencia armónica y civilizada, cuyo mayor obstáculo es la pobreza y sus causantes. Programa de Trabajo Temporal en el Extranjero es una puerta abierta que, aunque debiera ser mucho mayor es, sin duda, una ruta segura para obtener merecida y justamente ingresos que no solamente favorecen al empleado sino a la estabilidad social y a la tranquilidad de miles de familias necesitadas de un recurso básico concreto como es la alimentación cada día más reducida y precaria en miles de hogares.
En los cinco días que duró la feria del empleo en el departamento de Cortés la afluencia rebasó con creces las previsiones, sobre todo de jóvenes que no hallan oportunidad de entrada en el mundo laboral. Por lo menos, como dice la canción, se renueva la esperanza y, en toda regla sin riesgos ni explotación, puede surgir el amanecer para centenares durante el tiempo que fijen los contratos, cuyos buenos resultados puede generar la oportunidad de más tiempo en los trabajos. El masivo desempleo en nuestro país encuentra en la contratación temporal oxígeno para la economía individual o familiar al tiempo que vayamos logrando el retroceso de la pobreza extrema hasta llegar a su extinción, claro que esto es una utopía, pero con oportunidades internas de trabajo y proyección real en el exterior podremos disminuir los altos niveles de miseria, frenar el deterioro nacional y generar condiciones favorables para la convivencia, el diálogo y el entendimiento.
El Programa del Trabajo Temporal en el Extranjero abre oportunidades en la Unión Americana, Canadá y España, países en los que centenares de miles de familias hondureñas se han integrado ya plenamente al quehacer diario con éxito. Las jóvenes generaciones sienten la nostalgia de sus mayores, pero tienen una comprensión más realista de su propio futuro que es esperanzador y con pleno y prometedor amanecer.