Las largas filas para conseguir una cita, la falta de medicamentos, los problemas que enfrentan los enfermos diabéticos para acceder a una hemodiálisis, son solo algunos de los retos que enfrenta el Instituto Hondureño del Seguro Social; una institución que se debe a sus derechohabientes, pero en la que estos parecen haber perdido la esperanza porque, a pesar de las intervenciones a las que ha sido sometida o las cambios de director que ha sufrido, no parece encontrar la ruta para satisfacer las necesidades de sus afiliados.
El concepto de Seguridad Social es un concepto universal. Los países con los sistemas sanitarios más avanzados del mundo; Canadá o Taiwán, solo para poner dos ejemplos, poseen un seguro médico universal eficiente, de modo que el cuidado de la salud de la población está garantizado. Los medios de financiación también son similares en distintos países: los trabajadores aportan una parte, las empresas otra, y, en algunos casos, el gobierno central una tercera. Y el cuidado de la salud es un elemento imprescindible para aspirar al desarrollo, porque un pueblo enfermo difícilmente será productivo.
En distintos momentos se ha intentado hacer un uso más eficiente de los recursos, modernizar la administración, acabar con la corrupción interna y sumar la tecnología a toda la operación, empezando por el sistema de citas. Pero, por lo que hemos visto en las últimas semanas, todavía no hay visos de soluciones a mediano y largo plazo de los problemas planteados y más bien parecen agravarse.
De alguna manera, hay una cuota de corresponsabilidad de todos los sectores que conforman la dirección del IHSS. Las empresas con gobiernos colegiados, como es el caso del Seguro, facilitan la búsqueda de soluciones por la riqueza que hay en las distintas ópticas que se conjugan. Cierto que la Dirección juega un rol protagónico, pero no es el único actor que puede sacar adelante un proyecto de mejora. Aquí hace falta un esfuerzo conjunto, como en tantas cosas en este país, porque lo que está en juego no es poco.
Debe llegar el día en el que un derechohabiente pueda hacer una cita de manera digital y llegar a consulta sin tener que perder más de medio día de trabajo o un día entero; sin que haga falta madrugar o dormir en la calle para llegar a una ventanilla; un día en el que “no hay” no sea parte de lo recetado para enfermos crónicos o pacientes con cáncer. Es cosa de voluntad, de verdadero amor por Honduras y su gente, y de creatividad, sobre todo esto último. Porque las mismas soluciones para los mismos problemas es un sinsentido.