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Plato y libro

  • 21 febrero 2023 /

    Plato y libro, dos puntales fundamentales en la evaluación de la calidad de vida de los ciudadanos. El primero es evidencia eterna de floreciente o precaria situación mientras que el segundo, en su concepto y realidad tradicional, nos acerca a los niveles de educación y de cultura en la sociedad. Ambos debieran ser punto de partida para crear y sostener el modelo de vida en el que la convivencia ciudadana, fundamentada en el respeto, la libertad y la diversidad fuese bandera de un pueblo, hoy sumido por la retórica y estadísticas con los ojos hacia atrás, sin paso adelante.

    Hablar del galopante ascenso de los precios no encuentra ya eco ni en los tradicionales economistas apegados a la oferta y la demanda. Más bien la energía que envuelve el ambiente de los productos y servicios fundamentales, está respaldada por el “dejar hacer, dejar pasar”, lo que representa un empujón mayor hacia la pobreza. Todo va de “maravilla”, aunque el plato en la mesa tenga cada vez mayor espacio limpio que se traslada al organismo del comensal. Y falta aún...

    Tanto o más grave, según sea el punto de vista, es el deplorable estado del sistema educativo oficial puesto en evidencia con el regreso de la presencialidad en escuelas y colegios. Pasaron las dos tormentas tropicales causantes de desastrosas inundaciones y ruina en numerosos centros educativos. Tres años y solo el regreso de maestros y alumnos ha puesto en la mirada las precarias condiciones en que se intenta desarrollar la labor pedagógica que no logra atraer a pequeños en edad escolar ni disminuir la deserción.

    Las instalaciones escolares en el valle de Sula, tras el paso de Eta y Iota, con la excusa de la pandemia quedó en espera. En lugar de aprovechar recursos y personal para reparar los daños, la atención de la burocracia se centró en la emergencia con secuelas nefastas de corrupción. La prioridad ahora va por otros rumbos, la nebulosa en el sistema educativo impide llegar a la base, a lo fundamental y primero: escuelas, mobiliario, materiales y docentes bien remunerados y amantes de su labor.

    Plato y libro, he aquí el asunto fundamental en la agenda del gobierno que, tras más de un año de gestión, sigue con la vista atrás lo que nos hace recordar la expresión bíblica de que “quien pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás no es digno de mí”. Despojada la expresión de moralidad y religión es un principio básico en el desarrollo personal y colectivo cuyas miradas deben estar firmemente dirigidas hacia metas identificadas prioritarias sin lamento que no explican situaciones y mucho menos justifican.