Los lamentos y estadísticas no son más que el reflejo fiel de la incapacidad para enfrentar hechos que anualmente llegan como aves de mal agüero, que perdonen las aves, porque los orígenes de los desastres, de las enormes pérdidas e, incluso, tragedias, se originan en la necedad de esperar a que suceda lo previsible para, hipócritamente, elevar la voz, gritar emergencia y actuar en la línea exterior de la ley con una inmensa sombra de impunidad.
Fuera de este panorama habitual en la mayoría de los campos de la administración pública, surge el proyecto contra incendios forestales en el Instituto de Conservación Forestal, Áreas Protegidas y Vida Silvestre (ICF), al inaugurar el Centro Regional de Operaciones Interinstitucionales contra Incendio Forestales (Croiif), con el respaldo de organismos de Estados Unidos que brindarán recursos y capacitación.
Llega el verano y a la escasez de agua en algunas zonas y ciudades de nuestro país se suma la gran plaga de incendios en los bosques que destruye la riqueza forestal, deja indefensa la capa terrestre y, lo más grave, contribuye a la desaparición de fuentes de agua y disminución en los caudales de ríos y quebradas. La antesala del desierto como ya lo estamos comprobando en el país.
No es decir por decir, pues hemos escuchado numerosas voces de las nefastas secuelas de la ola de calor durante la temporada estival. Muchas son las evidencias de los cambios que se están produciendo y lugares con bajísimas temperaturas en invierno experimentan la primavera y el verano “adelantado”. El ver con anticipación empuja a elaborar agenda y a dar pie a la acción directa en el campo.
En el centro regional, ubicado en la Capital Industrial, han trazado líneas estratégicas en las que se moverán las acciones como plan integral para capacitar, alistar para el combate y extinción de incendios, capacidad de respuesta para recuperar el equilibrio ambiental y fortalecer las áreas afectadas. El objetivo es ambicioso, pues lleva el tema de la educación para integrar a las comunidades.
Las vísperas del verano ya anuncian lo que viene. El ICF dio a conocer que en los dos primeros meses de este año han ardido casi 5,000 hectáreas de bosque y vegetación. Los siniestros han pasado desapercibidos, pero los daños se han hecho visible en las comunidades que sufrirán por la escasez del líquido y las pocas tierras de regadío se agostarán.
“Los incendios acaban con el bosque y afectan las fuentes de agua. Hemos visto que cuando hay veranos muy fuertes las quebradas se secan. La situación es más crítica cuando las personas incendian el bosque o lo deforestan”, explica el ingeniero agrónomo Manuel Izaguirre, especialista en el manejo de bosques. Menos lamentos y más inteligencia y decisión para evitar y enfrentar los incendios forestales.