06/12/2025
07:00 AM

Orden, aseo, salubridad

    Si en un centro urbano, de cualquier tamaño, no están vigentes estos prerrequisitos que permiten el bienestar y convivencia armónica de sus habitantes, garantizada por las respectivas autoridades municipales, contando con el respaldo de los pobladores, ocurre lo contrario: el caos, desaseo, insalubridad.

    Esto último es lo que está ocurriendo en San Pedro Sula, nuestra ciudad: en muchos puntos, la basura inunda las calles. Promontorios de desechos provocan fetidez ambiental, atraen a roedores e insectos, perjudicando la salud de los vecinos, máxime ahora con la creciente epidemia de dengue.

    Adicionalmente, cuando personas y empresas lanzan desperdicios a calles y ríos obstruyen alcantarillas, contaminando aguas superficiales y subterráneas.

    Otro tema relacionado es su procesamiento en los rellenos sanitarios, que resultan ya insuficientes para tal propósito, dadas las crecientes cantidades que albergan, que son recolectadas para su reventa por familias de muy modesta condición económica, exponiéndose a infectarse en su cotidiana labor de supervivencia.

    Los vendedores ambulantes, reflejo del creciente sector informal de la economía y del empleo disfrazado, se han posesionado de calles y avenidas, incluyendo el parque central y la zona aledaña.

    Los intentos de desalojarlos por parte de la Policía Municipal son respondidos con la violencia, en un ciclo repetitivo que no da visos de finalización y que ha degenerado en batallas campales, resultando en lesiones entre ambos grupos.

    En tanto no se encuentren soluciones prontas, aceptables para las partes involucradas vía consenso, estas problemáticas se agudizarán aceleradamente, y los perjudicados seremos quienes hemos hecho de esta cálida y hermosa ciudad nuestro hogar común para nosotros y nuestras familias.

    San Pedro Sula es el punto focal, el eje de la actividad económica del valle de Sula. Debe dar ejemplo a las comunidades vecinas, así como al resto de la nación, de un crecimiento equilibrado, planificado, ordenado, que garantice tanto a la actual generación y a las venideras una calidad de vida y una gobernabilidad que permitan el desarrollo humano y el crecimiento de manera sostenible e incluyente, en que cuando ocurran conflictividades sociales las mismas sean resueltas de manera pacífica e inteligente.

    Si llegara a imponerse la ley del más fuerte, habremos destruido, por acción u omisión, a la ciudad comercial e industrial más importante de Honduras, la de más rápido crecimiento en el país y resto de Centroamérica.