18/04/2024
06:24 PM

Nada que aprender

    Además de generar nuestras propias caravanas de migrantes, nos hemos convertido en sitio de paso para cientos de venezolanos, cubanos, nicaragüenses y haitianos, además de hombres, mujeres y niños de otras nacionalidades que atraviesan la geografía nacional rumbo a Guatemala y México, con el propósito de alcanzar la frontera sur de los Estados Unidos, para luego cruzar hacia ese país, en donde esperan obtener una fuente de ingresos digna y así huir definitivamente de la pobreza y la marginación que prevalecen en sus propios países de origen.

    Evidentemente, la gente que deja su patria y se arriesga a sufrir situaciones inimaginables, incluso toparse con la muerte, ha perdido la esperanza de encontrar en ella los medios necesarios para llevar una existencia por lo menos soportable.

    En general, dejan detrás: inseguridad, violencia, desempleo, hambre, o falta de libertades básicas. En el caso de Haití, los graves problemas causados por el subdesarrollo que sufre ese país, unido a la inestabilidad política, agravada por el aún reciente magnicidio, ha provocado un éxodo no solo hacia la República Dominicana, con la que comparten la isla La Española, sino hacia Sudamérica, y, por supuesto hacia Estados Unidos.

    La barrera del idioma torna a estos emigrantes aún más vulnerables y los hace presa fácil de los “coyotes” inescrupulosos y de otra oprobiosa lista de personajes que abusan de su calidad de extranjeros desprotegidos en su paso por Honduras.

    En el caso de Cuba, el fracaso del modelo económico y social ha provocado que, aunque sus sistemas sanitario y educativo hayan resultado relativamente exitosos, no ha bastado para satisfacer otras necesidades, y, en otros asuntos humanos, ha intento asfixiar, sin éxito, las aspiraciones de una sociedad abierta, plural y democrática de parte de sus ciudadanos. De ahí que sea unos de los países de los que, históricamente, su gente haya buscado las maneras más creativas y arriesgadas de huir.

    En Venezuela y Nicaragua ha sucedido algo similar. La falta de democracia y de respeto a las instituciones, las medidas económicas erráticas, la represión y la falta de libertades los ha convertido en estados que prácticamente expulsan a grandes masas de ciudadanos de distintos niveles culturales y sociales que no soportan vivir en sociedades totalitarias y con claros rasgos dictatoriales.

    De ahí que Honduras nada tiene que aprender en emular estos últimos tres países. Tal vez de Cuba haya algunas experiencias de las que se pueda aprender, pero en el plano ideológico y político no hay nada, absolutamente nada que valga la pena imitar.