“En medio está la virtud”, señala el clásico refrán que apunta hacia los extremos, exceso y defecto, de tal manera que la persona, sus aspiraciones e imagen revelan la personalidad, sus desajustes y las secuelas en el organismo, hoy más conocidas por los adelantos en medicina y en el campo de la nutrición. No todo es herencia genética, sino hábitos en la alimentación, cuya regulación exige el cuerpo para evitar los excesos que se pagan caros o aquellos gustos de la moda para artificialmente poder sonreír cuando se miran en el espejo.
Obesidad y desnutrición, el binomio que marca la existencia de miles de hondureños. En el caso de San Pedro Sula un 60% ha dejado de ser “figurines”, en edad en que debieran presumir sanamente de su figura, pues la edad en que se va adquiriendo obesidad abarca de los 18 años a los 40. A ello hay que sumar la incidencia de la enfermedad en los infantes que asciende a casi un 15% por ciento, “dato alarmante que abre puertas a graves enfermedades”.
En el Día Mundial contra la Obesidad saltan las alarmas, pues la dieta alimenticia, el ejercicio físico y el seguimiento de nefastos ejemplos donde el bienestar corporal es suplantado por el falso éxito a través de las redes sociales han calado en la juventud y personas de mediana edad, muchas de las cuales han caído en las redes del desorden y el conformismo en el cuidado del organismo corporal. Cuando llegan a darse cuenta ya casi están en punto de no retorno con enfermedades ligadas al sobrepeso, cosecha de lo sembrado.
Las exigencias de la vida, dicen muchos, y la pérdida de la cocina tradicional, suplantada por comida “exprés”, van dañando el organismo que con el paso de los años reflejará los desequilibrios propiciados por los desajustes alimenticios. Pero hay otras situaciones personales y colectivas que contribuyen a la obesidad, de manera que las irregularidades alimenticias reflejan vivencias personales, familiares o de amistades.
¿Remedio? La prevención es ruta necesaria, pero dada su carencia solo cuando hacen presencia otras enfermedades se pone el grito en el cielo y comienza o se incrementa la agenda diaria de medicinas para la presión, la diabetes, los toques cardíacos, etc. etc. “La gente no quiere tratar la obesidad como una enfermedad” y cuando inician el proceso de recuperación más de la mitad deserta a las primeras de cambio, pues el arraigo de los hábitos es fuerte y la voluntad se debilita por ansiedad, exceso de trabajo o sedentarismo en los más jóvenes.
Por exceso, obesidad, por defecto, malnutrición, es un monumental desafío que no entra en la agenda de Salud.