Las y los profesionales de la noble misión magisterial, que conlleva sacrificios de diversos tipos, actualización permanente, genuina vocación de servicio en la formación de las y los educandos, hoy celebran el día en que la sociedad les demuestra su reconocimiento y gratitud por ser forjadores de niñas, niños, adolescentes, adultos, que requieren y merecen una oportunidad de superarse educativa y cívicamente, moldeando personalidades íntegras, responsables, comprometidas con Honduras y su pueblo, ya que serán o son ciudadanos que forman parte de la comunidad nacional y tendrán altas responsabilidades y deberes con sus familias y su patria. La evolución del proceso enseñanza-aprendizaje se ha democratizado y masificado, ampliando su cobertura a los distintos rumbos geográficos y clases sociales. En el pasado quedó la etapa cuando solamente alumnos (as) cuyas familias contaban con suficientes medios, podían recibir las primeras letras a cargo de preceptores privados, o en escuelas parroquiales.
Repasando la historia de la educación nacional, algunos hitos son los siguientes: fundación de la Universidad Nacional, por iniciativa pública-privada, en 1847, por el presidente Lindo y el clérigo José Trinidad Reyes, laicismo, contratación de profesores (as) extranjeros, apertura del Instituto Central de Varones (1878), durante la administración Soto, creación de la Escuela Normal de Señoritas (1905) en el gobierno de Manuel Bonilla, apertura de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán (1956) en la gestión de la Junta Militar de Gobierno, su transformación en Universidad Pedagógica Nacional (1990), gobernando Rafael L. Callejas, progresivamente creando centros regionales.
Tal transformación cuantitativa y cualitativa implica la dotación de edificios, materiales didácticos, fondos, legislación, estructuras administrativas, diseño e implementación de modelos educativos, formación de docentes especializados en los distintos niveles, desde preescolar a universitario, tanto en centros urbanos como en zonas rurales, tradicionalmente marginadas. Las y los profesores deben evitar ser instrumentalizados tanto por políticos y partidos que pretenden manipularlos con fines egoístas, utilizándolos como fuerza de presión, y también por ciertos directivos magisteriales alejados del bienestar y superación del gremio, que utilizan sus cargos para enriquecerse y como plataforma para escalar posiciones, en evidentes actitudes arribistas. El poder y saber elegir a colegas que verdaderamente respaldan, saben interpretar el pensar y sentir de las bases, rechazando ofertas de colaboracionismo con intereses ajenos a las y los agremiados, garantiza la mejora en las condiciones de vida de miles de afiliados a los distintos colegios magisteriales.