El único lago natural de Honduras, esa joya de la madre naturaleza a la que el poeta Rafael Heliodoro Valle exaltó así: “En el inverosímil mediodía/que nacares y flores desbarata/surge tu imagen de cristal y plata,/montaña azul y suave
lejanía...”, experimenta diversas amenazas que de continuar imparables, alcanzarán su muerte.
Invasiones por ganaderos y campesinos, tala de árboles, destrucción de sus humedales, contaminación múltiple, persistencia del lirio acuático que succiona el recurso hídrico, se combinan para destruirlo, incluyendo su flora y fauna.
La acción depredadora del hombre lo ha convertido en receptor de residuos domésticos, agrícolas y minerales, en otras palabras en un basurero.
Acciones esporádicas para evitar la creciente contaminación han resultado insuficientes por parte de las autoridades locales y centrales. Se requiere de labores permanentes y coordinadas, en que la presencia militar permita desalojar a los usurpadores que se han apropiado de las tierras y montañas que lo rodean, e impedir que intenten retornar.
Recuérdese que ha sido declarado como área protegida mediante decreto 71 en 1971, y que se encuentra la planta hidroeléctrica Yojoa-Río Lindo con su central Cañaveral, desempeñando también una función económica.
A escala nacional, las invasiones de tierras y la deforestación se van extendiendo a lo largo y ancho de nuestro territorio, con saldo de muertes en zonas altamente conflictivas como el Bajo Aguán, en donde áreas debidamente cultivadas, de propiedad privada, son ocupadas violentamente, causando no solo destrucción de cultivos, pero igualmente la pérdida de empleos para quienes laboran en las plantaciones.
En la Biósfera del Río Plátano, el principal pulmón vegetal con que contamos, la expansión del narcotráfico y la acelerada destrucción de sus forestas para convertirlas en pastizales y cultivos de coca y mariguana, amen de la construcción de carreteras y caminos, no se detiene, a pesar de las órdenes impartidas por la presidenta Castro orientadas a la recuperación del patrimonio de la humanidad, declarado por la Unesco en 1982, que obliga al Estado a promulgar legislación y acciones para asegurar su efectiva protección, conservación, uso sostenible de sus recursos culturales y naturales.
Un afán autodestructivo, con visión miope de lucro, está convirtiendo a Honduras en territorio desolado, estéril, desértico, inhabitable, ese será el legado de la actual generación a las futuras, a sus hijos y sus nietos, que heredarán páramos que alguna vez fueron vergeles. La indiferencia e inacción está conduciendo a esta dramática realidad, que parece ser irreversible.