Cuando somos testigos de una acción violatoria de la ley, que nos daña a nosotros o al prójimo y optamos por callarnos, nos tornamos en cómplices, por omisión, de quien o quienes han quebrantado la norma jurídica y la ética. Nuestro silencio contribuye a perpetuar la impunidad, causante de delitos que quedan sin la correspondiente sanción, civil, penal y/o moral. Tal es el argumento justificativo del portavoz del Ministerio Público, asegurando que han citado a varias personas para indagar a fondo el asesinato del ambientalista Juan López, pero los posibles testigos optan por no declarar, temiendo represalias.
Su eliminación física ha generado peticiones, dentro y fuera del país, para su total esclarecimiento, hasta lograr llegar al fondo de este trágico hecho, con connotaciones políticas de acuerdo a sacerdotes de la orden Jesuita.
El defensor de los derechos humanos, luchador incansable por la abolición de la segregación y discriminación racial en su país, Sudáfrica, primer presidente negro de su patria, Nelson Mandela, escribió: “Lo que cuenta en la vida no es el mero hecho de haber vivido. Son los cambios que hemos provocado en las vidas de los demás lo que determina el significado de la nuestra”.
Así, podemos meramente vegetar, inmersos en nuestra burbuja existencial, ajenos al dolor y sufrimiento de nuestros compatriotas, o, por el contrario, participar y activar para alcanzar una sociedad -de la cual somos parte integral, lo queramos o lo neguemos, justa, tolerante, equitativa, con igualdad de oportunidades para todas y todos, más allá de condición social, económica, cultural, la nuestra y la ajena. Si deseamos una Honduras en que verdaderamente exista igualdad ante la ley, sin excepciones relativas a poder y riqueza, estamos obligados a decidirnos a pasar de la pasividad cómplice al involucramiento ciudadano.
Existen ejemplos de ello: las denuncias de los comisionados nacionales de los Derechos Humanos, Leo Valladares Lanza y Ramón Custodio López; los desplazamientos masivos de miles de compatriotas que desde distintas ciudades participaron en las marchas de los “indignados” que hicieron posible la llegada de la Maccih.
La incansable labor investigativa, debidamente documentada, del Consejo Nacional Anticorrupción, de la Asociación para una Sociedad Más Justa, de los medios de comunicación independientes, de la sociedad civil organizada, comprueban que existen compatriotas con suficiente sentido de compromiso para abstenerse de actitudes de indiferentismo para participar, con responsabilidad y decisión, por una Honduras por todos compartida, democrática en su esencia y no solo en su forma, honorable y compasiva ante el dolor y sufrimiento ajenos. El optar por permanecer sordos, ciegos, mudos conduce a facilitar la llegada al poder de dictaduras, de las cuales distintas generaciones han experimentado persecuciones, encierros, exilios, muertes.