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La tamaleada

  • 11 diciembre 2022 /

    Cuando el río suena, piedras trae” es el dicho para significar que rumores, pruebas y evidencias indican algo que se quiere ocultar. En nuestra situación podemos aferrarnos a aquel otro, “la necesidad agudiza el ingenio”, aunque es tanta la experiencia que no se necesita ingenio, sino echar mano al pasado reciente para saber que se trota por el mismo o parecido camino.

    Se logran conocer los hechos cuando comienzan a surgir explicaciones medio estrambóticas para justificar los injustificable, lo cual deriva a favor de quienes han levantado la voz sobre la iniciativa de la presidencia del Poder Legislativo para otorgar en este mismo mes la bicoca de mes, aguinaldo, como todo el mundo, y un bono que en principio se valoró en cien mil lempiras para los miembros de la cámara.

    El silencio se interpreta como “el que calla otorga”, pero hay cierta defensa con tan escasa fuerza de convicción que contribuye más a la primigenia intención que a las explicaciones posteriores. “Es un ofrecimiento de canastas familiares y nacatamales para que los diputados puedan repartir en sus lugares de origen... probablemente se está confundiendo con un bono navideño en efectivo”, es la explicación dada por Hugo Noé Pino, vicepresidente del Legislativo.

    Pues a tamalearse, pero que los parlamentarios no saluden con sombrero ajeno. La partida presupuestaria del Congreso para tal fin debemos conocerla, dónde cocinarán los tamales, cuál será su número y su costo absorbido por los impuestos. La transparencia en el manejo de recursos públicos debiera dar detalles sobre lo entregado y los receptores primarios, diputados, y los beneficiados no sea que ocurra como en el pasado reciente con lo destinado al desarrollo de las comunidades. El Congreso Nacional tiene como objetivo, claramente señalado en la Constitución, legislar, no ejecutar y mucho menos hacerlo con finalidad interna de proselitismo para conseguir respaldo cuando no se tiene mayoría para sacar adelante asuntos tan importantes como la elección de los magistrados de la Corte Suprema y otros temas que requieren mayoría calificada.

    No falta entre parlamentarios oficialistas, quienes, buscando rizar el rizo, han hecho la distinción entre bono y subsidio con fondos de la misma fuente y con finalidad similar, pues se cumple aquello de dando y dando o como se dijo en cierta ocasión “tilín, tilín”. Más que pena es gran lástima que se haya enrumbado por el mismo camino, cuando el mandato popular de hace un año era el cambio, la transformación, la lucha contra la corrupción y el esfuerzo por la cohesión social, es decir, la unidad respetando la diversidad y fortaleciendo la institucionalidad con el recto desempeño en los tres poderes del Estado de manera que sus titulares sean responsables del fiel cumplimiento de las leyes.