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Kamala Harris

  • 19 enero 2021 /

En la última semana de 2020, la vicepresidenta electa de Estados Unidos, Kamala Harris, —quien asume mañana— prometió que en los primeros días en la Casa Blanca presentará el proyecto de ley de ciudadanía para 11 millones de inmigrantes indocumentados, un ofrecimiento de campaña.

    En la última semana de 2020, la vicepresidenta electa de Estados Unidos, Kamala Harris, —quien asume mañana— prometió que en los primeros días en la Casa Blanca presentará el proyecto de ley de ciudadanía para 11 millones de inmigrantes indocumentados, un ofrecimiento de campaña.

    A través de Twitter y en entrevistas, Harris aseguró que era un hecho el envío de este proyecto con una hoja de ruta a favor de estos inmigrantes.

    Su prioridad al asumir, dijo justo el 29 de diciembre pasado, sería salvar vidas de la pandemia de coronavirus y unirse al acuerdo climático del que la administración Trump se había retirado anteriormente.

    Pero también escribió: “Tomaremos medidas para proteger a los Dreamers y enviaremos un proyecto de ley al Congreso con una hoja de ruta hacia la ciudadanía para 11 millones de indocumentados. Y nos volveremos a unir al Acuerdo de París. Es solo el comienzo”.

    “Sabemos que los inmigrantes siempre han hecho más fuerte nuestro país y es lo que están haciendo hoy”, dijo la vicepresidenta electa y agregó que ayudarán a construir “un sistema de inmigración mejor y más humano” en la administración del demócrata Joe Biden que asume mañana 20 de enero.

    Y aunque hay grupos proinmigrantes que dudan de que el nuevo Gobierno realmente impulse una reforma migratoria que regule la situación de los indocumentados, hay razones suficientes para creer en Harris.

    Una de estas razones es que llega a la Casa Blanca con la gran posibilidad de que Biden no se postule para la reelección, lo que para analistas políticos significa que es una futura candidata presidencial que la pone bajo la lupa. Esto, además, de llevar sobre sus hombros el ser la primera mujer y la primera mujer de color en ocupar el cargo de vicepresidenta de su país, una gran responsabilidad para quien acaba de ser nombrada la tercera fémina más poderosa del mundo por Forbes.

    La hoja de vida de esta política y abogada de 56 años —cumplidos en octubre— es otra razón para creer en ella. Es hija de inmigrantes, descrita por sus colegas como una profesional inteligente y capaz, con las suficientes relaciones en el Senado y el liderazgo para hacer un gran equipo.

    Es una mujer poderosa, progresista e innovadora, que en su trayectoria —desde que trabajó como fiscal— ha probado su preocupación por los marginados y los sectores de bajos ingresos. Por eso, cuando ella dice que asumirá dispuesta a “corregir los errores de estos últimos cuatro años”, porque “los inmigrantes han sido objeto de ataques y abusos”, sí le creemos.