Nada que celebrar, mucho de conmemorar y muchísimo más que lamentar en este Día Internacional de la Mujer formalizado hace casi cinco décadas por la Organización de las Naciones Unidas para avanzar con determinación y firmeza en la defensa de los derechos de la mujer sumamente vulnerados y vulnerables en la cultura machista y en leyes y su interpretación en todos aquellos casos en los que las víctimas son femeninas.
El debilitamiento institucional, cada vez más hipócrita y con disimulo, están expandiendo enormes espacios vacíos en la discriminación e indefensión de la mujer. No basta echar una mirada a las estadísticas y quedar “satisfecho” con estudios como si las teorías y las palabras fuesen a quebrar la gran muralla alzada por siglos contra la mujer. No faltan, en el campo de la política y de dirigencia gremial, quienes resienten el avance, todavía mínimo, de las mujeres en las instituciones públicas, en las gerencias de empresas y en el compromiso de organismos sociales.
Sin embargo, en la población estudiantil del nivel superior superan no solo en número, sino en calificaciones, las jóvenes a los muchachos lo que no se refleja todavía en el mundo laboral en el que la inserción es muy más difícil para ellas. Pero no solo en el ambiente de trabajo sino en directivas de organismos e instituciones en los que ocupan algunas vocalías no así en puestos de decisión y directivos con el fin de crear y aprovechar oportunidades.
Entre nosotros el enorme vacío, pozo sin fondo, de la inseguridad marca numerosas fechas trágicas en las que el asesinato refleja la violación del derecho humano fundamental de las mujeres que en la mayoría de los casos se difumina dando pie y fortaleciendo la impunidad por ausencia de justicia o por su tardanza. Basta ojear la sección de sucesos para constatar la indefensión de las mujeres y la complicidad de la sociedad para dudar de la inocencia de la víctima y seguir con la ideología machista.
Es cierto que en nuestro país tiene más relevancia la celebración en enero, pero que esta jornada de marzo nos sirva para señalar el inmenso camino que falta aún por recorrer para reconocer y fortalecer la defensa de los derechos de la mujer que logra su profesionalismo en competencia leal, aunque escasamente reconocida, por organismos e instituciones y, menos, por quienes con ideología política o religiosa todavía alzan la voz o señalan con el dedo, “la mujer en casa al cuidado de los hijos y el marido”.
Por desgracia, aún entre gente joven calcando el modelo paternal siguen practicando e impulsado la negación del derecho de la mujer, claro que más grave es dar la espalda y seguir en el medioevo, sin justicia y masiva impunidad.