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El Seguro Social

  • 23 junio 2015 /

    ¿Alta tecnología? ¿Tecnología de punta? ¿Para qué? Así se presentó, se vendió, se instaló y comenzó a funcionar la programación del sistema mediante el cual desaparecían los papelitos en los que el médico señalaba la siguiente cita, pues desde la clínica ingresaba el doctor la receta, la fecha y la hora. No había nada más que hacer que recordar, pues la tecnología facilitaba y contribuía muy eficazmente al servicio con mejor calidad en el hospital del Instituto Hondureña de Seguridad Social.

    La belleza de aquellos pocos días a un costo supermillonario desapareció, volvió el papelito para señalar la fecha de la siguiente cita que habrá de utilizarse el día que marquen para el siguiente mes con la acumulación de derechohabientes, cuyas filas se extienden por el parqueo, pues son miles. Esa es la nota informativa que presentó LA PRENSA en edición de ayer con el agravante de los aires acondicionados sin funcionar.

    Pero aunque se haya conseguido la cita para la fecha señalada por el doctor, hay que llegar bien temprano ese día y hacer la fila para que en el papelito indiquen la hora que toca. Y de ahí ya terminó el calvario mayor porque esperar en consulta externa sin la climatización del área es aprovechar el ambiente para disfrutar de un baño sauna que, a lo mejor, a juicio de las autoridades del IHSS es muy saludable y ayudará a la recuperación de la institución.

    Y aún así hay quien se pregunta sobre en quién recae el costo del supuesto rescate de la institución que mensualmente recibe las aportaciones de los trabajadores y los patronos. El daño a la población con derecho a los servicios hospitalarios y médicos, al cobro de incapacidades o jubilación es incalculable, enésimamente mayor a las estimaciones del saqueo por contratos, por compras y desvío de recursos.

    Pero, por lo menos, debiera haber un cuidado especial en aquellas cosas, no de costo millonario, sino de caja chica como el mantenimiento de los aires acondicionados, de los equipos médicos y la dotación de material, como alcohol para procesar las muestras, cuya compra no supera los cinco mil lempiras. No hay, vaya a un laboratorio privado.

    Nada extraño la ira manifiesta que debiera dirigirse no a quien atiende la ventanilla que también está que “se lo lleva el diablo”, sino hacia las autoridades, unos enredados en el rescate financiero y otros como figuras fantasmales en oficinas que no dan ni la mínima respuesta.

    Rescaten el Seguro Social, pero vayan disminuyendo el costo humano que siguen pagando los derechohabientes para recibir lo que es suyo y a lo cual tienen derecho no porque alguien se lo otorgue, sino porque cumplen el deber del pago de la cuota mensual.