28/03/2024
06:46 AM

Confianza y cohesión

    “Empezamos escribiendo inventarios y después invenciones”. En el campo de la economía, “primero las cuentas, a continuación, los cuentos”.

    Realistas expresiones de la filóloga y escritora española Irene Vallejo quien en su libro El infinito en un junco recorrió la historia del libro a lo largo de los siglos y en culturas que han ido dejando profunda huella en la humanidad. Sabias palabras.

    Tras los duros golpes de la pandemia llega la economía, no es que se hubiese ido sido que aconsejaron dormir las cuentas y ahora nos llenan de cuentos con la esperanza de un final feliz que por ser deseado por la mayoría cala y muy pasajeramente ayuda a mostrar un rostro más atractivo, aunque, como dicen, “la procesión va por dentro”.

    Dos elementos básicos no deben faltar en la sociedad y desde ahí fortalecerlos de manera que sean como estandarte y reconocimiento a esfuerzos diarios por el mejoramiento deseado y merecido de la calidad de vida de la población. Confianza y cohesión social, inmensos vacíos sobre los que no entran el quehacer gubernamental y de los ciudadanos.

    La confianza en las instituciones, tan ausente, es la fuente, el nacimiento de una corriente que fertiliza la vida ciudadana y contribuye definitivamente a crear y fortalecer la cohesión social que no significa rebaño, manada, sino pluralidad que proporciona riqueza ideológica y material en la búsqueda y consecución de objetivos comunes en el marco de la ley.

    Puede parecer una exposición magistral, pero lo importante es echar una mirada, no sospechosa o hipócrita, sobre el día a día de los hondureños para generar soluciones, no las tradicionales que suenan mesianismo y que más pronto que tarde complican más la ya compleja situación generada por décadas en el discurso para seguir en los mismo, igual o similar.

    La confianza se gana con hechos, no con palabras; con sinceridad no con doblez; con sacrificio propio no con las cargas, carencias y promesas. Se echan cuentas y cuando no salen tal como se habían imaginado y querido vienen los cuentos. La visión ciudadana sobre los poderes del Estado debiera percibir un cambio real, sin engaños ni triquiñuelas como está ocurriendo estos días con las reformas a la ley para integrar la Corte Suprema de Justicia.

    En esto como en otros muchos otros asuntos urgentes ni siquiera se le puede aplicar el dicho clásico de la mujer del César, no sólo serlo sino parecerlo. Es tal el descaro que ni siquiera intentan parecerlo y así se va dando largas a las reformas y así se desarrollan encuentros, charlas y conferencias con amigos para refundar o refundir el país. Confianza y cohesión social, cuentas que terminan en cuento.