08/07/2025
03:59 PM

Duelo y rabia

    La muerte de los hermanos Antony y Keneth Castellanos, de 13 y 7 años, ha estremecido nuevamente a la sociedad en un país donde la violencia y la impunidad reinan desde hace demasiado tiempo.

    Con ambos suman ocho los menores asesinados en menos de un mes en la colonia La Pradera de San Pedro Sula, ultimados bajo el mismo patrón: son llevados a las cañeras, los torturan y les infieren varios balazos en la cabeza. Así detalla el escalofriante informe publicado por LA PRENSA en su edición del pasado miércoles.

    El caso de La Pradera no admite esperar ni un minuto más. La sociedad, comenzando por los medios de comunicación, debemos enfatizar la gravedad de la situación, la urgencia de que las autoridades, Fiscalía y Policía, procedan a investigar y detener esta ola de crímenes que tiene sitiada no sólo a esta colonia, sino a todo el sector sureste de la ciudad.

    La Pradera es un vecindario de familias trabajadoras de extracción humilde, que se esfuerzan por salir adelante, hondureños que viven con el “Dios mío” en la boca abrazados por el permanente miedo de no regresar con vida a sus casas o de tener que ir a recoger el cadáver de un hijo.

    Si es desgarrador tener que escribir sobre la muerte de un menor en circunstancias violentas, es mucho más doloroso tener que hacerlo sobre ocho niños a quienes truncaron la vida, pequeños que jugaban y estudiaban.

    Es más doloroso porque sus edades andaban entre los 10 y 13 años y más indignante porque los mataron con una crueldad excesiva.

    Hasta ahora solo se sabe lo que temen los vecinos, que se trata de una mara que se ha filtrado en la colonia para hacer daño. “Ellos (los hermanitos Castellanos) ya estaban mal vistos porque no les hacían caso”, sentenció su abuelo mientras conmocionado esperaba el cadáver del pequeño Kenneth.

    Hay que ir tras las causas de tanta violencia, volver a reflexionar sobre los males que incuban toda esta maldad irracional, preguntarnos de nuevo qué estamos haciendo como sociedad para recuperar al barrio, la colonia, la ciudad. Qué hacemos para sacar al país de la violencia.

    Pero lo que toca hacer hoy, sin dilatar y más allá de la indignación, rabia y luto, es unirnos medios de comunicación, organizaciones sociales y sociedad para exigir que se proteja a los menores de La Pradera, que no nos maten a otro. Mandar claro el mensaje que Honduras entera está con sus niños.