13/06/2025
04:32 PM

Días de reflexión

    El inicio de un nuevo año resulta propicio para mirar hacia el futuro inmediato, vale decir los doce meses que recién se inician, habiendo dejado atrás las festividades navideñas y la despedida de 2024. Antes del reinicio de las labores cotidianas, sean estas con el sector público o privado, o por cuenta propia, resulta oportuno y conveniente afinar y/ o rectificar, según sea el caso, las metas y objetivos trazados para el 2025, al igual que los recursos materiales y las estrategias que utilizaremos para hacerlas realidad.

    Paralelamente, evaluar las formuladas el año que recién feneció, a fin de determinar hasta qué punto fueron cumplidas o no, así como las causales que lo determinaron, nuestro grado de responsabilidad sea por acción u omisión, y las circunstancias externas, que escaparon a nuestro control. De esa manera tendremos una visión de conjunto para reiniciar actividades con una combinación de realismo y optimismo, sin desalentarnos por los reveses a los que debimos hacer frente.

    Caer en el pesimismo, fatalismo, desaliento, conduce a la inacción, al derrotismo y la frustración. Siempre existe una segunda oportunidad que debemos saber aprovechar al máximo. Si nuestros recursos intelectuales y materiales no son suficientes, podemos forjar alianzas estratégicas -de mutuo beneficio-, con otras personas de nuestra confianza y crédito, actuando en el marco de la legalidad y la moralidad, en paz con nosotros mismos y con el prójimo.

    Lo esencial para seguir adelante es no darse por vencido, ni capitular. Aprender de los errores cometidos para adoptar honrosas y oportunas rectificaciones refleja un alto grado de madurez y equilibrio mental.

    Así es la vida: una combinación de lo positivo y lo negativo, lo realizado y lo irrealizado, satisfacciones y frustraciones existenciales, buscando encontrar el punto de equilibrio.

    Innovar y no caer en la rutina, explorar nuevas rutas de acción que la praxis nos dirá si son o no las correctas.

    Que el entusiasmo y la alegría sean la norma y no la excepción, sin dejarse abrumar por los desalientos. Lo esencial radica en la propia satisfacción de lo que hemos intentado, más allá de lo obtenido. El tiempo avanza y nuestro rezago histórico va creciendo, sumiéndonos en mayores niveles de atraso, pobreza, subdesarrollo. Si deseamos para la actual generación y las venideras una Honduras distinta, en que todas y todos sus habitantes tengan igualdad de oportunidades para su superación personal y familiar, debemos, desde ahora, dar lo mejor de nuestros talentos, voluntades, energías, diariamente, sin claudicar. Ello implica un esfuerzo sostenido, no intermitente, con disciplina y motivación. Solamente el trabajo, el ahorro, la inversión, la educación técnica, han permitido a países devastados por guerras y desastres naturales, el poder recuperarse y alcanzar nuevos estadios de desarrollo e integración de manera armoniosa y pacífica.