Sin duda que los ámbitos más sensibles y que mejor reflejan el atraso o desarrollo de un país son educación y salud. Una población ignorante y enferma muy difícilmente puede contribuir con el progreso de una nación. De ahí que cualquier Estado sabe que, tanto a nivel presupuestario como de trabajo y preocupación cotidianos, se debe incidir profundamente en ambos sectores.
Los problemas de nuestro sistema de salud no son un secreto para nadie. Faltan hospitales, faltan medicamentos, falta una atención de calidad y con calidez para la gente, faltan unos servicios oportunos para que la salud llegue a tiempo a los que la necesitan y solicitan.
Tristemente, además de la escasez de recursos en nuestro sistema sanitario público, y no es algo nuevo, pero que sí se ha agravado, es su politización.
Históricamente, tanto desde las organizaciones gremiales como desde los sindicatos se ha vivido en permanente estira y encoge, ya sea por asuntos salariales, ya sea, sobre todo ahora, por el reclamo de unos puestos de trabajo en los que pareciera no importar la formación profesional de las personas, sino su militancia política.
Hay grupos que no exigen una plaza porque sus integrantes tienen la formación profesional y las competencias para desarrollar determinada función, sino porque asumen que se han ganado un “derecho”, producto de acciones puramente políticas.
Y esta actitud ha sido permanente en este país, independientemente de quien haya llegado al poder. Las tradicionales escobas rojas o azules que “barrían” con los empleados públicos, según el color de la bandera de los que habían llegado a gobernar, ignoraban los méritos de las personas que estaban llevando a cabo su labor de manera eficiente y profesional y las mandaban a la calle solo por militar en otro partido.
Lo anterior también ha sido provocado por la ausencia de una efectiva Ley de Servicio Civil. La entidad tiene varias décadas de existir, pero poco se ha hecho desde ella para que los ciudadanos desarrollen una verdadera carrera de servicio público.
En el sistema de salud lo grave del asunto es que se está jugando con la vida de los hondureños que buscan atención en él. Y estos hondureños están en la base de la pirámide social, no cuentan, ni en sueños, con los medios para acceder a hospitales privados. Son situaciones de vida o muerte.
Urge un proceso de despolitización en el sistema de salud para que no sigan siendo afectados los que parecen llevar siempre las de perder, los más pobres de Honduras.