23/04/2024
09:52 AM

Apropiación indebida

    La apropiación indebida, usando un eufemismo, y el desvío de recursos parecen no estar especificados en la legislación o se respaldarán en aquello de la ley, la trampa, porque cuando ello ocurre todo pasa sin que pase nada y el afectado, institución o persona, tiene que hacer la lucha por conseguir y disponer de lo suyo tras días de penuria que se completa con aquello de si te he visto no me acuerdo.

    Recientemente, las autoridades municipales sampedranas aceptaron la deuda con el Cuerpo de Bomberos y se comprometieron a honrarla, eso sí en cuotas, porque las arcas edilicias no aguantan tanta presión y se hallan en puros huesos. Es de alabar la acción responsable, pero la vista debiera dirigirse hacia quienes no solo abusaron de la confianza, sino que hicieron uso, ojalá, por lo menos, haya sido honrado, de lo ajeno.

    Este asunto de manipular el destino de los recursos sea en el Gobierno o en el local tienen vieja data y así cuando se necesita o se crea una necesidad echan mano de lo presupuestado para obras, organismos o instituciones.

    El ejemplo más evidente fue hace unos años cuando las autoridades sampedranas se apropiaron de las cuotas del Seguro deducidas a los empleados. El IHSS calificó de morosos a los derechohabientes y, con toda justicia, les negó atención. Llegó respuesta de la institución asistencial y no entregó el impuesto municipal a la alcaldía. De uno y otro lado quien salió afectado fue el ciudadano común y corriente, pues a unos se les negó la asistencia y a los otros la solvencia, por lo que ante un trámite en la alcaldía debía pagar la cantidad deducida en planilla.

    Ayer y hoy quienes hacen uso de lo ajeno muestran cara de inocencia como si no supiesen lo que hacen. En el caso de los bomberos sampedranos la Municipalidad es la encargada de recaudar los recursos de la tasa bomberil, de la que hay una deducción del 10% por el esfuerzo administrativo. El 90% se destina al pago de planilla, a la adquisición de equipo, mantenimiento de centrales y otros muchos gastos para la atención pronta y eficiente de las emergencias.

    La deuda de 118 millones tendrá su redención mediante el pago de 24 cuotas. Lo de los intereses es otro “cantar”. Hay que exigir, pero también ceder para que el acuerdo refleje un total entendimiento y se logre lo más cercano a lo justo. Falta, sin embargo, aplicación de la justicia a los que se apropiaron y usaron los bienes ajenos. Pero eso en nuestro país más que pedir peras al olmo es esperar el milagro de que personas responsables usen los recursos públicos.