Lo que tú más quieres define tu conducta como ser humano. Lo que tú más deseas condiciona tus pensamientos y tus actitudes más profundas. Lo que más deseamos influye en la mayoría de los pensamientos diarios que tengamos. Esto al extremo de que creamos falsamente que si no conseguimos lo que deseamos no seremos felices y tendremos una existencia desgraciada. Lo que más deseas te hace ver las cosas de acuerdo a lo que quieres y lo que impida alcanzar aquello se convertirá en tu enemigo y podrías llegar a odiarlo y querer hasta eliminarlo.
Por eso hay deseos que matan. Los que han puesto toda su atención en el dinero han transformado su vida metalizándola, transformando su corazón en una roca. Todo lo miden desde la economía y las personas sólo valen en cuanto rindan, produzcan y aporten algo. Así pueden creer que el que más tiene, más vale como persona. Los que se han dejado seducir por la 'carne' con su mente lujuriosa todo lo ven de acuerdo a sus deseos. Por eso cometen tantas torpezas, dañan personas, no cumplen sus compromisos cuando tienen hijos por fuera y su adicción por el placer sexual los convierte en seres peligrosos. La promiscuidad y en algunos casos el buscar placeres nuevos con gente de su propio sexo son características de los que se dejan llevar sin ningún control por esos deseos. Entre los abusadores de niños están no sólo aquellos que fueron también violados de pequeños, sino personas que han estado tan involucradas en los deseos carnales que quieren experimentar su perversión en cosas nuevas con pobres e inocentes criaturas.
Hay que purificar el corazón. Un buen consejo es éste: tienes que observarte como si fueras 'otro' que de manera fría y objetiva te analiza. Estudia tus comportamientos, logra descubrir realmente qué quieres, qué deseas, cuál es tu motivación más profunda, la que te hace invertir más tus energías, atención, pensamientos y tiempo. Debes hacerlo como si estuvieras analizando la biografía de algún personaje, sin justificar nada, sin ocultar nada y sin escandalizarte. Mantenerte como el observador imparcial. Detecta cuáles son tus deseos más profundos. Pregúntate si van de acuerdo con las normas evangélicas y éticas y si te están llevando por el camino adecuado. Luego lo ideal es tener algún confidente, persona preparada para escucharte. Todos deberíamos tener un director espiritual o consejero. Hay que ser sincero y valiente para purificar el corazón de los deseos que hagan daño. Querer siempre sobresalir y ser el primero, vivir a costillas de otro, escaparse y no cumplir los compromisos contraídos o vengarse de alguna persona, cualquier mal deseo debe ser descubierto a tiempo y neutralizado.
Hay que enfocar tu atención en ideales nobles. Ése es el gran reto nuestro. Entiendo por ideal noble el que te haga mejor persona, te ayude a crecer integralmente y mejore en algo la condición de la humanidad y del universo. Desde el que se ha decidido a estudiar y mejorar la condición de las mariposas en las selvas, hasta el que busca descubrir una vacuna contra el cáncer, pasando por la madre que quiere formar en lo mejor posible a sus hijos o el que quiere montar un taller de mecánica y servir con calidad al cliente, los ideales son múltiples, variados y todos complementarios. Los buenos deseos son aspiraciones que intentan siempre mejorar la condición humana personal y comunitaria. Los malos deseos siempre al final tienen víctimas, gente que termina padeciendo la maldad producida por las acciones que alimentan el 'ego' de alguien. ¿Cómo queda el alma y el cuerpecito de una niña violada por un desalmado? ¡Cuánto cuesta superar ese trauma!
Detrás de los asesinos hay deseos de aniquilación. Nadie mata por matar. Los que se atreven a quitarle la vida a alguien, primero lo mataron con su corazón. Poco a poco, sea por resentimientos y odios, o por dinero, si es un vil sicario, el asesino planea el crimen, lo hace visual, se motiva con las imágenes. Siente un gozo morboso y sádico al ver mentalmente a la víctima rodar por el suelo y sangrar. Lo está matando en su alma y por eso Jesús nos dice que el que insultó mentalmente a otro lo está matando y merece el mismo juicio que un asesino, así como el que deseó a la mujer de su prójimo ya adulteró. Es decir, 'del corazón del hombre nacen los homicidios, robos, adulterios….'. Debemos estar siempre vigilando nuestros deseos, porque pueden ser el origen de una vida dichosa y plena, o de nuestros más terribles sufrimientos y frustraciones. Recuerde que con Jesús podemos purificarnos de nuestros malos deseos, porque con Él somos invencibles.