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Vocación de madre

  • 10 mayo 2023 /

Este próximo domingo los hondureños celebraremos el Día de la Madre, homenajeando a todas aquellas mujeres que se han donado a sus hijos y esposos como pilar de su familia. El imaginario colectivo, particularmente el latinoamericano, ha tendido a idealizar tanto el rol, como el amor maternal, al punto casi de “divinizarlo”. Basta con ver una de las frases del Himno a la Madre hondureño, compuesto por Augusto C. Coello: “Porque no puede haber en la tierra una imagen más clara de Dios”. Esta frase poética encierra una verdad fundamental para el ser humano, y es que, de acuerdo con la psicología moderna, la capacidad de cada individuo para crear vínculos duraderos a lo largo de su vida, dependerá de la calidad de la relación materno filial. Aquellos niños que hayan sido criados en un ambiente “seguro”, cuidados, alimentados y estimulados por sus madres o una figura materna, lograrán crecer y desarrollarse como adultos sanos, bien adaptados y seguros de sí mismos. Ahora bien, no todas las mujeres están llamadas a ser madres, aunque de por sí tengan la capacidad de reproducirse, y no todas las que son madres poseen la vocación de serlo. En mis casi nueve años como sacerdote ejerciendo el acompañamiento espiritual y la formación presbiteral, he visto llegar al confesionario, a mi oficina o al Seminario, vidas auténticamente destrozadas, por una maternidad mal ejercida, no elegida, distorsionada o tóxica. Las cicatrices, el dolor, el rencor, que paraliza la vida de muchos hijos, que ven castrada su vida o marcada para siempre por las heridas maternas, es mucho más real de lo que nos gustaría reconocer o aceptar. Lo peor de todo es el estigma, que cae sobre muchas de estas personas, quienes, sin importar la edad que se tenga, experimentan culpa por tener dichos sentimientos, (que lógicamente hay que trabajar y superar) que se ven deslegitimados por una sociedad que idealiza el rol materno y que los considera hijos ingratos, malos e incluso pecadores, por no “honrar a la madre”. Ser madre es una vocación, una llamada, algo destinado a contribuir y servir al mundo, a la sociedad y a la Iglesia, pero ojo también con miras a la realización de cada mujer que se siente llamada a cumplir esta misión. De aquí que aquellas que se sientan esclavas en lugar de madres, que se sienten sacrificadas en lugar de realizadas, no estaban llamadas a serlo. Y esto tampoco debe avergonzarlas, sino impulsarlas a retomar su rol con filosofía, alegría y humildad, resignificando desde Dios su papel, para encontrarle sentido aún a aquello que puede ser fruto de una mala decisión, o de falta de discernimiento. Pues en ello se irá la vida y la felicidad propia y de aquellos que queriendo o sin quererlo son sus hijos. Que este Día de la Madre sea un tiempo de gracia para recalibrar no solo la opción por la maternidad, sino la forma de ejercerla.