Barcelona. Aquí se publican en los periódicos menos noticias sobre delitos comunes o accidentes. Aunque igual que en Honduras, también se habla de la muerte. En un periódico leo que alguien se le ocurrió desde Ucrania, preguntarse: ¿Cuánto cuesta matar un ruso? Y un periodista hizo las cuentas: 4,000 euros. Otros aumentan la suma.
No entiendo el asunto, pero me parece que la discusión cuantitativa tiene mucho que ver con la visión de la muerte que se maneja aquí en donde se libraron las dos grandes guerras mundiales.
Y la línea roja entre los dos grandes partidos, el Partido Popular y el PSOE, es un muerto que este año está cumpliendo 50 años de haber dejado las cosas terrenales en manos de otros que según su decir, tenían las manos amarradas para seguir haciendo lo que él quería: que detuvieran a los rojos, genérico para todos los enemigos del general Francisco Franco, caudillo de España.
Seguro del juicio histórico, mandó a construir una sede para sus restos, un Monumento a los Caídos, desde donde, en la mayor distracción, fueron retirados sus restos, para colocarlos en un cementerio particular. Y ahora, el partido de gobierno, y algunos de sus puntuales aliados, empiezan a celebrar los 50 años de la muerte de Franco.
Y no para exaltar su memoria, sino que para mostrar sus excesos y tropelías en contra de los “rojos” de su tiempo.
Al mismo tiempo, en los medios se comenta la calidad de “Cien años de soledad”, de García Márquez. La mayoría de los comentarios no son favorables para Netflix. He visto el primer episodio y no quiero ver el segundo.
Fílmicamente me parece un desastre; e, incluso, su forzada fidelidad con la novela genial del nacido en Aracataca, en vez de ayudar le ha hecho mucho daño a la película.
Pero con todo, me ha servido para recordar el diálogo de Aureliano Buendía cuando dice: “No sabes lo que pesa un muerto”, recordando a Prudencio Aguilar, al que matara en una cancha de gallos. Y que es la génesis del abandono de la tierra para buscar otro lugar cerca del mar; y fundar Macondo.
Para los enemigos de Franco, su figura, obras y errores, tienen un enorme valor. Que no todos comparten. La mitad de los españoles que votan a la derecha – PP y Vox – tienen una buena opinión de Franco.
Un tercio más de los españoles, especialmente los más jóvenes, les tiene sin cuidado la figura de un viejo panzudo, de voz aflautada que libró una cruzada militar y gobernó durante cincuenta años. Aunque halla creado las bases para la España actual. Porque visto desde largo, sin Franco, los españoles no tendrían la España de hoy, desarrollada, moderna y europeísta.
Por mis aficiones históricas, estoy dedicado a leer de Nicolás Sesma “Ni una, ni grande ni libre”: La dictadura franquista que permite una visión de un régimen singular y modélico, dentro de la esfera del fascismo europeo y que nos ha dejado una lección de sobrevivencia en donde se mezcla la suerte y la habilidad de un gobernante que tuvo en Carrero Blanco, a un genio de la administración pública; y un hábil escrutador de los hechos, que le permitieron a Franco sobrevivir a todos y a todas las trampas de sus enemigos.
E incluso a sus amigos.
No hay muchos neutrales. Además no hacen ruido. Sin embargo, el rey Felipe VI se ha excusado y no participará en el primer acto. No creemos que lo haga en los sucesivos, porque divide a España. Franco es un muerto caro que ha costado enterrar cincuenta años después.
las columnas de LP