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Triunfaron en San Pedro Sula  

  • 17 febrero 2020 /

Noé Vega

¿Sigue siendo San Pedro Sula una ciudad de oportunidades en las actuales circunstancias? Porque las historias de éxito de personas que llegaron sin nada y encontraron en esta ciudad la oportunidad de sus vidas se repite entre los sampedranos que, venidos de afuera, sobre todo de Santa Bárbara y lugares circunvecinos, lograron sus sueños de progreso.

Son historias inspiradoras que conmueven de personas muy pobres o muy humildes que hallaron en esta ciudad, que intenta modernizarse, el yunque para forjar familias y empresas de éxito, por lo cual es muy común escuchar el amor y la admiración que manifiestan por esta ciudad, eje del desarrollo del país. El actual alcalde intenta convertir a San Pedro Sula en una ciudad inteligente que pueda caminar al ritmo de grandes metrópolis que integran cada vez más a su población a los avances en urbanismo y tecnología; pero ¿qué fue lo que hizo que esos sampedranos exitosos se convirtieran en esos empresarios que hoy dirigen empresas millonarias o esas familias que crecieron y fructificaron en esta hermosa ciudad?

Porque de tantas historias de éxito que he conocido concluyo que no se trata solamente de una capacidad matemática, de multiplicar el poco dinero para convertirlo en millones, no son gente que tuvo un coeficiente intelectual muy por encima de los comunes, más bien se trata de personas humildes, pero con grandes valores, sencillas pero con una espíritu de trabajo y de superación increíble. Es decir, estadísticamente vemos que no son los más capaces los que han obtenido en la vida los mejores lugares o los mejores resultados, de hecho se dice que de las personas exitosas solo un 10% posee un coeficiente más alto de lo normal, los demás son personas comunes.

Se trata del comportamiento de la persona, el trabajo duro y los valores, cuestiones que están alejadas del solo hecho de saber sumar y multiplicar, se trata de personas que definieron sus metas y ajustaron esas metas a un conjunto de valores que nunca traicionaron, contrario a lo que hoy tenemos de personas muy informadas, preparadas con cuestiones teóricas, pero que llegado el momento son capaces de transar sus valores al mejor postor.

Hoy les llamamos habilidades blandas, así le decimos a la ética en los negocios, a la capacidad de trabajar en equipo y a la honestidad de reconocer las competencias ajenas y las propias debilidades; pero los triunfadores sampedranos les han llamado llanamente trabajo duro y valores, un binomio que creó familias integradas, empresas exitosas y una ciudad que hoy es objeto de admiración para los hondureños.

No podemos pedirles inteligencia emocional a los jóvenes que quieren triunfar si todavía no han aprendido a dominar sus propias emociones, se trata de la misma receta de la antigüedad, con otros nombres es posible, pero con los mismos resultados. Como dijo el salmista: “he visto a esclavos andar a caballo y he visto a príncipes andar a pie”.