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Superhéroes

  • 19 noviembre 2021 /

Según la enciclopedia, la palabra “superhéroe” se remonta al año 1917. Los antecedentes del arquetipo incluyen personajes mitológicos como Gilgamesh, Hánuman, Perseo o Ulises, y semidioses como Heracles, así también héroes folclóricos como Robin Hood, que tenían lances asombrosos vestidos con ropas distintivas.

De acuerdo con la definición, un superhéroe es un personaje de ficción que tiene poderes extraordinarios y capacidades superiores a las de los humanos corrientes, como volar, lanzar rayos, fuerza sobrehumana, invulnerabilidad, telepatía, telequinesis, etc.

Una vez más, todo esto trae a mi mente lo que dice la Biblia. Ella también nos habla de un poder extraordinario que está disponible para todo aquel o aquella que lo pida (Lucas 11:13). Este poder es ni más ni menos que Dios mismo y su objetivo principal es liberar a los cautivos (2 Corintios 3:17). Con capacidades superiores como el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad y el dominio propio lucha contra las fuerzas del mal defendiendo a los inocentes, enseñando lo que es justo, haciendo recordar lo que es bueno y combatiendo las potestades, las catástrofes, las acciones indebidas o reprensibles y cualquier otra amenaza, contra lo cual no hay ley (Gálatas 5:22-23). Se puede hablar así de su estructura de valores morales: misericordia, piedad, gracia, generosidad, sacrificio, abnegación, que lo convierte en el auténtico salvador del mundo en el más estricto sentido de la palabra. En una época donde se agrandan los antivalores, los caprichos e intereses políticos, el desorden y las crisis de todo tipo, ¿no es acaso urgente expresarle a Dios la necesidad y el deseo de ese poder para que nos ayude y esté siempre con nosotros? Esta es, pues, la forma que el apóstol Pedro bosquejó para hacerlo: pedirle perdón a Dios con un corazón contrito y humillado, comprometerse a obedecerlo y dejar que la iglesia de Cristo lo bautice en su nombre. Así Dios lo perdonará y le dará el Espíritu Santo (Hechos 2:38).