24/04/2024
07:22 AM

¡Se nos muere el lago!

Renán Martínez

El Lago de Yojoa destaca como un imán que obliga a detenernos cuando transitamos la carretera CA-5, no solo por la sabrosura de sus pescados fritos, sino por el espectáculo que ofrece aún estando moribundo.

Es posible observar, todavía, aves como el águila pescadora que, antes de rozar el agua, pone las garras hacia adelante para atrapar un desprevenido “dormilón” o un “guapote”, dos de las especies más comunes del lago. El rey de estas aguas ha sido el apetecido Bass, pero la pesca indiscriminada y la contaminación lo han convertido en una especie en peligro de extinción.

Hace unas cuantas décadas era más grande el espejo del lago. En aquel entonces las aguas casi besaban la carretera.

Muchas veces he vuelto al lago y he visto cómo la maleza a su alrededor que sirve como filtro natural de los humedales donde habitan anfibios, tortugas y nutrias, cada vez es menos tupida. Causantes de este atentado a la naturaleza son la agricultura no controlada en la cuenca del lago, la explotación minera, la sedimentación...” emitida por peceras sumergidas y la contaminación producida por negocios que no controlan sus desperdicios.

Al navegar el lago puede verse en el poniente una cortina de montañas que los nativos llaman los Cerros de Babilonia. En realidad son ocho cráteres de volcanes apagados, tan grandes que en uno de ellos puede caber el estadio Nacional. Esto respalda la versión de que este inmenso remanente natural de agua se formó por la erupción de varios volcanes hace millones de años.

Según vestigios, hasta aquí llegaron los cayucos de los mayas, quienes a la llegada de los españoles habían desaparecido dejando este paraíso para disfrute de la humanidad.

Lastimosamente podría extinguirse si no se toman medidas adecuadas para rescatarlo. Creo que el programa diseñado por el Gobierno, con ese fin, podría tener magníficos resultados si se desarrolla en forma conjunta con los diferentes entes que apoyan activamente el desarrollo y cuidado del medio ambiente y la ecología del sector.

Algunas de esas organizaciones están apuntando a un turismo natural no contaminante como el aveturismo, el turismo cultural y las fincas agroturísticas de café y cacao, que comienzan a dar resultados.