“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad”: Víctor Hugo. El futuro no es una extensión del presente, debido a los cambios dramáticos que se dan son exponenciales; el futuro ya no es una variable de tiempo es una mentalidad, por lo que es imperativo al afrontar lo desconocido esforzarnos por hacer mejor las cosas, aprender, trascender y consolidar lo bueno.
No podemos vivir de la casualidad haciendo lo mismo del pasado, el futuro es una causalidad por lo tanto cada individuo o nación es resultado de las decisiones que se materializan.
Solo la disciplina que se logra desarrollar cuando uno va avanzando hacia el futuro puede superar la ansiedad, estancamiento, distracciones del día, la vida tensa de las personas, pero la respuesta es que cada persona sepa contestar las preguntas básicas: ¿Quién soy? ¿Por qué existo? ¿Hacia dónde voy? Solo así podemos dar mejores pasos a lo desconocido; el covid 19 marcó el reinicio y un replanteamiento de metas en trabajo, salud, dinero y espiritual.
Ahora es la plataforma que mide resultados, las cosas se vuelven más tecnológicas.
En la mentalidad hebrea hablar de destino y futuro es la figura de un hombre que está remando, es la palabra “fin” y “por venir” es en hebreo “achariyth”, significando el final “que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero”, Isaías 46:10 RVR60.
Es aquí donde se capta la eternidad y la naturaleza divina, tarde o temprano la diferencia entre el final y el inicio se ve manifiesto, mientras sigues remando hacia el futuro llegará hasta la meta que Dios ha destinado para su vida, no permita que el ayer venza el hoy, el cual puede dimensionar su futuro con un ahora.
