La ansiedad de muchísima gente por saber lo que hay en su futuro es tan grande que solo en los Estados Unidos se calcula que hay alrededor de 110 mil astrólogos que viven de “esa profesión”. En Francia, de acuerdo con un estudio reciente, se calcula que el pueblo francés deja en el consultorio de astrólogos y adivinos alrededor de mil millones de euros al año. Y casi en cualquier periódico de Latinoamérica puede usted leer: “Astrólogo y vidente reconocido mundialmente le dirá qué le depara el futuro en el amor, trabajo o negocios”.
Por otro lado, en un artículo titulado “El porvenir impenetrable”, Víctor F. Goitia escribió: “Estoy asombrado del crecimiento de adeptos a la religión de los astros, una especie de absurdo ateísmo cósmico. Vemos el triste espectáculo del experto que calcula el porvenir por las estrellas y las influencias irradiadas por Venus o Saturno”. Pero quizá la verdad más clara de todo esto la expresó William Shakespeare, al poner en boca de uno de sus personajes: “La culpa, mi querido Bruto, no es de las estrellas, sino nuestra”.
Los chinos dicen que “la mejor forma de predecir nuestro futuro es fabricándolo”. Pero ¿es que puede fabricarse el futuro? En cierta forma sí. ¿Qué cirujano podrá hacer la operación que salve una vida? Aquel que esté preparado por sus conocimientos y habilidades para hacerla. Es decir, que su éxito presente estará basado en los estudios y prácticas hechas. En otras palabras, este doctor estuvo “fabricando” su futuro mientras estudiaba en la universidad, mientras observaba y aprendía en sus prácticas médicas.
“Si ves la casa de tu amigo derrumbarse porque la construyó sobre la arena; busca la piedra firme para construir la tuya. Si ves derrumbarse a una persona por caer víctima de los vicios; mira la forma de huir de ellos. Y observa, aprende, escucha de aquellos que tienen éxito, ya que hay una razonable posibilidad de que, si emulas sus pasos, también tú lo tengas”. Palabras pronunciadas hace más de cien años por el poeta mexicano Juan de Dios Peza. Yo creo que siguen siendo toda una fórmula para fabricar nuestro futuro.
LO NEGATIVO: Buscar inútilmente en las estrellas lo que nos deparará el futuro.
LO POSITIVO: Comprender que Dios nos permite prepararnos. Y construir así nuestro futuro.
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