08/10/2024
03:01 AM

Prueba de vergüenza-honor

Salomón Melgares Jr.

Casi todo el capítulo 22 de Mateo está marcado por lo que los expertos denominan “prueba de vergüenza-honor”. Gran parte del mundo oriental actual todavía está arraigado en este concepto porque sus culturas están más definidas por las expectativas comunitarias que por los aspectos individuales. En una prueba de vergüenza-honor, el objetivo es arrebatarle el honor a alguien y avergonzarlo. Lo que requiere una audiencia, la comunidad. Esto puede verse en el capítulo citado. Los líderes religiosos atacaron a Jesús ante las personas con una serie de preguntas destinadas a deshonrarlo. Por ejemplo, en los versículos 16-17, los seguidores de los fariseos, junto con unos partidarios del rey Herodes, se le acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, sabemos que siempre dices la verdad. Tú le enseñas a la gente que debe obedecer a Dios en todo. No te importa lo que digan los demás acerca de tus enseñanzas, porque tú no hablas para quedar bien con ellos. Dinos ahora qué opinas: ¿Está bien que le paguemos impuestos al emperador de Roma, o no?” (TLA).

En su respuesta, Jesús expuso su sabiduría indiscutible y su autoridad superior que dejó a los fariseos asombrados (vv. 20-22): “¿De quién es la imagen que está en la moneda? ¿De quién es el nombre que tiene escrito?”. Ellos contestaron: “Del emperador romano”. Jesús les dijo: “Pues denle al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios” (TLA). Algo parecido sucedió en todas las demás respuestas que Jesús vertió.

Esto nos revela algo trascendental, querido lector: quién es Jesús. Al final, dice Mateo, que Él también les hizo una pregunta: “¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es hijo?”. Le dijeron: “De David”. Él les dijo: “¿Pues cómo David le llama Señor, diciendo: dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha...? [Salmos 110:1]. Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?”. Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más (vv. 41-46). Y para usted, ¿quién es verdaderamente Jesús?