29/09/2023
10:18 PM

Poniéndonos de acuerdo

Salomón Melgares Jr.

Al salir Jesús del templo cuenta la Biblia que hizo lodo y sanó a un joven ciego de nacimiento.

El día en que lo hizo era día de descanso obligatorio. Por eso algunos llevaron ante los fariseos al joven que había sido sanado. Los fariseos le preguntaron: “¿Cómo es que ya puedes ver?”. El joven les respondió: “Jesús me puso lodo en los ojos, y ahora puedo ver”.

Algunos fariseos dijeron: “A ese hombre no lo ha enviado Dios, pues desobedece la ley que prohíbe trabajar en sábado”. Pero otros decían: “¿Cómo puede un pecador hacer milagros como este?”. Y no se ponían de acuerdo (Juan 9:13-16).

La frase clave aquí, querido lector, es: “Y no se ponían de acuerdo”.

Como alguien bien escribió en una oportunidad, puede haber muchos momentos en nuestra vida en que Jesús está cerca de nosotros sin que lo podamos ver con claridad. No hay claridad, pero siempre hay una inquietud, una sensación. Es aquí donde Dios “hace lodo” y nos lo pone en los “ojos” para que podamos rastrear a Jesús por encima de nuestra ceguera o debilidades.

La pregunta es: ¿queremos ser sanados por Él?

En ese sentido, concuerdo con aquello que se ha dicho de que todos podemos sentir la presencia de Dios y de que todos, en algún momento, sentimos esa necesidad en particular de Él. Pero lo más importante es saber que tenemos la libertad de dirigirnos a Dios. Tenemos la libertad de acercarnos a Él y pedirle que intervenga en nuestra vida. Tenemos la libertad de relacionarnos con Él, conocerle verdaderamente y, en definitiva, eliminar toda duda o confusión que nos pueda obstaculizar creer y decir que su hijo Jesús es nuestro bienhechor. “Dios amó tanto a la gente de este mundo, que me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no muera, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16 TLA).

¿Lo puede sentir y ver con claridad ahora, querido lector?