19/12/2025
09:48 PM

Peace y Love

Francisco Gómez Villela

En la década de los sesenta nació en los Estados Unidos, específicamente en la ciudad de San Francisco, un movimiento subcultural denominado hippie. Se extendió luego por Europa y el resto del mundo. El vocablo se originó de la palabra inglesa hipster, un término usado para describir a personas vanguardistas.

Jóvenes cansados de la violencia de la Segunda Guerra Mundial y de la de Vietnam hicieron de este rechazo un movimiento anarquista pacífico, sumamente preocupados por el medio ambiente y de desprecio al materialismo. Seguidores del rock sicodélico y el folk con grandes exponentes de estos géneros musicales como Janis Joplin, Grateful Dead, Jefferson Airplane, Pink Floyd y muchos más establecieron la revolución sexual y el amor libre como forma de expresión. Sus variantes más radicales usaron las drogas alucinógenas y la meditación con la intención de alcanzar estados alterados de conciencia. Su lema, amor y paz, y su símbolo son insustituibles; les pertenece, pero su característica principal como movimiento social fue su rechazo a la violencia de cualquier tipo, el desprendimiento material y la solidaridad.

Con el tiempo, luego de ser una tendencia social masificada, y como sucede con la mayoría de estos movimientos, quedó pasada de moda y apareció una generación con otra forma de pensamiento que contrastaron notablemente con el movimiento hippie. Fueron los que nacieron entre los años 1945-1964, denominados baby boomers por ser el resultado de la explosión de nacimientos luego de la Segunda Guerra Mundial cuando los soldados regresaron a sus hogares.

Para estos, el trabajo bien llevado a cabo como forma de vida era lo más importante. Valoraron la productividad y no toleraban el ocio. Su meta era la obtención de un estatus y el crecimiento o ascenso en una compañía. Materialistas. Creían en muchos casos que el fin justificaba los medios. Confrontativos y competitivos crearon la sociedad de consumo por su afán de tener vidas con todas las comodidades que pudieran comprar. En la actualidad, esta generación son la mayor fuerza política, cultural, industrial y académica en todo el planeta. En los Estados Unidos son los que tienen los ingresos económicos más altos.

Esto les ha permitido tener familias que viven mejor que lo que ellos vivieron, y así sus hijos en la actualidad forman las generaciones X (1965-80) y los millenials (1980 en adelante). Nacieron en la era de la tecnología, vieron la llegada de la Internet y los últimos no conciben la realidad sin tecnología, son capaces de realizar multitareas, y para ellos importa más la calidad de vida, su recreación y diversión. Han crecido en familias con los más altos índices de separaciones y divorcios, lo que los ha orientado a buscar la compañía y tener más comunicación con los de su edad a través de las redes sociales. Les interesa la integridad y valoran a las personas que ofrecen un cambio. Se rebelan a lo establecido en una forma no violenta y a través de la búsqueda de su ideal de vida. Han dado muestras de lo que son capaces de hacer cuando suman sus esfuerzos a nivel mundial a través de la Internet y redes sociales.

Probablemente nos alcance la vida para ver el desarrollo de estos jóvenes y los esperanzadores cambios sociales y culturales que puedan hacer. Es cuestión de tiempo. Dejarlos que lleguen a su momento más productivo. Tal vez sean capaces de traer la paz que este planeta ya se merece. Han sido siglos de guerras y confrontaciones. Así se puede resumir la historia de esta civilización. Ya es tiempo de descansar de esa locura. Probablemente de eso se trate. Probablemente allí esté la solución. Probablemente esta nueva generación sean los llamados en este propósito. Los que van a lograrla.

Es cuestión de tiempo. Cuando los baby boomers tengan que dejar el poder porque ya no tendrán las fuerzas para seguir. Cuando ya estén viejos. Y entonces, solo entonces, el cambio generacional situará a estos pacifistas en posiciones de mando y toma de decisiones. A todo nivel, incluso como líderes de gobierno de potencias mundiales y de grupos religiosos. Probablemente encuentren entre sí más aspectos que los unan en lugar de mantenerlos como enemigos. Y con seguridad en ese momento las reglas de conducta y normas de comportamiento cambien para hacer de este planeta y esta humanidad el sitio pacífico y balanceado que debería ser. Nada de guerras. Nada de violencia por diferencias de ideas, religión, raza, geografía o grupo social. Esa ha sido y es la esperanza. Amor y paz. Siempre.