19/01/2025
12:33 AM

Patadita amorosa

Jibsam Melgares

Un tren viajaba a treinta y ocho kilómetros por hora cuando de repente el conductor principal descubrió un objeto sobre los rieles aproximadamente a una cuadra. Al principio, el conductor auxiliar pensó que se trataba de un perro sobre la vía. Entonces, ambos gritaron: “¡Es un bebé!”.

La niña era una bebita de diecinueve meses, quien, desapercibidamente, se había alejado de casa mientras su madre plantaba flores en el jardín.

El conductor principal presionó los frenos, mientras que el auxiliar le quitó el pasador a la puerta y corrió a lo largo de una saliente frente al motor. Comprendió que no había posibilidad de saltar

delante del tren y agarrar a la pequeña. Por lo tanto, bajó algunos pasos, se puso de cuclillas en la base de la parrilla y se colgó.

Mientras el tren se acercaba a la bebé, ella salió de los rieles hacia la vía paralela, pero aún estaba en peligro de que el tren la golpeara. Por lo tanto, el auxiliar estiró la pierna y de una patadita la alejó del peligro; luego saltó del tren, recogió a la bebita y la acunó en sus brazos. La pequeña terminó solo con un rasguño en la cabeza y el labio hinchado.

A veces, como este conductor de tren, Dios debe herirnos para salvarnos. Puede ser el fin doloroso de una relación de noviazgo que nos protegió de un matrimonio infeliz, una promoción de trabajo

que nunca llegó y que nos motivó a emprender, un cambio imprevisto de residencia que trajo oportunidades impensadas de crecimiento personal o una enfermedad repentina que obligó a hacer cambios en nuestro estilo de vida o que permitió compartir más con nuestros seres queridos.

Estas intervenciones divinas pueden parecer dolorosas y difíciles al inicio; sin embargo, el tiempo nos muestra que Dios a veces permite que enfrentemos dificultades para protegernos de peligros mayores. Por eso, el desafío es confiar en que, incluso en las pruebas más complicadas, Dios nos cuida y nos guía. Lo que parece una herida temporal puede ser un acto de amor divino, encaminado a nuestra salvación y bienestar pleno.