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Menor influencia

  • 13 junio 2022 /

Los Estados Unidos de América lenta, progresiva y gradualmente ha perdido influencia en el ámbito global, y específicamente en el continente americano no ha sido la excepción. Las políticas intervencionistas e injerencistas de la mitad del siglo anterior, poco a poco se han diluido en los países latinoamericanos. Un ejemplo clarísimo de ello ha sido la no participación y asistencia de varios presidentes del orbe en la Cumbre de las Américas llevada a cabo la semana anterior en Los Ángeles, California. Antes era común saber que un llamado del “Tío Sam” era completamente inobjetable y fuera de toda argumentación contraria de nuestros países. Hoy eso cambió de manera evidente, podemos observar, para bien o para mal (dependerá del lente ideológico del lector asumir posición) que los Gobiernos en el continente quieren y demandan a la Administración estadounidense un trato digno, con justicia y sin relación de subordinación como se asumía en décadas anteriores. Desde Argentina, Chile, Bolivia, Venezuela, Cuba, Nicaragua, México, El Salvador, Honduras, entre otros, el Gobierno de Biden encuentra oposición ideológica y cierta resistencia que era impensable en el siglo anterior. Estas relaciones son complejas y conllevan mucho más que solo ofrecer dinero e inversión norteamericana, es una política exterior que encuentra ahora un rival poderoso: la influencia china que es cada vez más fuerte. En las relaciones internacionales las grandes potencias tienen aliados y países “satélites” que acuerpan sus estrategias regionales y cumplen funciones de adláteres de sus intereses geopolíticos. De manera compleja, por ejemplo, EE UU afronta en los próximos días la posibilidad de entregar a Colombia, su gran aliado en el sur a la oposición de la izquierda en la figura de Gustavo Petro, y se le podría sumar “a sus pérdidas” Brasil si en octubre gana la presidencia Lula Da Silva.

Es así que dichas relaciones deben tener un enfoque distinto y equilibrado, no se trata más de imponer por un lado ni de oponerse solo porque sí desde el otro; sino de encontrar puntos coincidentes en los cuales las partes desarrollen sus relaciones diplomáticas y comerciales en un marco de respeto y de bien para todos.