El transporte de personas y de carga en pequeña escala en las zonas urbanas va a tener un cambio considerable en los próximos años. Los vehículos tradicionales irán siendo progresivamente sustituidos por vehículos eléctricos de diferentes tamaños (ya que por su forma de locomoción se pueden hacer más pequeños), incluyendo los que no requieran conductor. Adicionalmente, estamos viendo un progreso continuo y sustancial en la tecnología de los drones, lo que conviene tener en consideración.
El primer uso comercial del dron ha sido para vigilancia y filmación. Hemos visto cómo ha revolucionado la forma de captar imágenes y videos, y la capacidad de vigilar grandes extensiones de terreno con una inversión menor. La guerra, desgraciadamente, es uno de los mayores motores del desarrollo tecnológico y hemos visto cómo en el conflicto ruso ucraniano estos vehículos aéreos no tripulados van creciendo en su capacidad de carga, autonomía, y versatilidad. Esto forzosamente, al igual que el desarrollo de la penicilina y los motores aéreos a reacción durante la Segunda Guerra Mundial, resultará en el avance de estas tecnologías a nivel mundial.
Las limitaciones del dron son primariamente de capacidad de carga. Es por esto que es su ventaja relativa en la actualidad es para el transporte de carga urgente a lugares aislados. Vemos con el ejemplo de Zipline- que se dedica a llevar insumos médicos a zonas recónditas en África-, ambos elementos unidos, lo que hace práctica la aplicación de esta tecnología. Este es un caso claro del salto tecnológico, donde una infraestructura más débil para el uso de tecnologías existentes, crea una demanda extra para las más avanzadas (tienen menos competencia práctica y económica). Nuestro país, por sus deficiencias en vías urbanas y rurales, y falta de capacidades logísticas, es un candidato importante para hacer este salto.