“Nuestro propósito principal en esta vida es ayudar a otros. Y si no puedes ayudarles. Al menos no les hagas daño”. Dalai Lama.
La realidad es que el pesimismo ocupa un lugar especial y es más habitual que el optimismo; para muchos es de mayor atención que el optimismo, pero en esencia el optimista no cree que todo vaya a salir fenomenal, eso sería ser autocomplaciente.
El optimista sabe que los resultados que puedan salir y estar a su favor, aunque en el camino haya desaciertos y cada día que se levanta él está pensando que las cosas serán mejores y más productivas en lugar de estar buscando problemas; es la base del optimismo.
Sencillamente cada vez que usted le dice a alguien que todo saldrá bien, la persona puede que le vean con escepticismo, en cambio dile a alguien que está en peligro y le escuchará con toda la atención del mundo.
En los años cuarenta del siglo XIX, John Stuart Mill escribió: “He observado que no es el hombre que tiene esperanza cuando los demás la han perdido, sino el que se desespera cuando los demás albergan esperanzas, el que es admirado como un sabio por un gran número de personas”.
Hay dos elementos que afectan la vida, el dinero y la salud; mientras que los problemas de salud son personales, las económicas implican y son más dimensionales, ya que las decisiones de una persona afectan a los demás es por ello qué ni las circunstancias extremadamente buenas, ni las malas, permanecen mucho tiempo en su estado extremo, ya que la oferta y demanda se adaptan de forma difíciles de predecir. Hoy es el día de validar su decisión en base a la mejor actitud.
“Pues yo sé los planes que tengo para ustedes dice el Señor. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11NTV.