07/12/2025
07:19 PM

Loor a las mujeres hondureñas

Cuando Dios, en su soberanía, decidió crear a la mujer, puso a Adán en un profundo sueño, mientras la formaba de su costado. No fue hecha de su cabeza, como para tener dominio sobre él, ni de sus pies, como para ser pisoteada por él.

Ella fue hecha de su costado para ser igual a él, dándole Dios un legado de dones y virtudes, los cuales ha recibido con humildad y gratitud, y que la distinguen en la sociedad humana.

Cuando el escritor sagrado, en Proverbios 31, presenta el perfil de la mujer ejemplar, reconoce las virtudes que engalanan su ser. Sin duda que la mujer es fuente de inspiración para los poetas, pintores y músicos, que con sus composiciones resaltan sin parangón su hermosura y su luminosidad, la cual irradia su inconmensurable beldad.

La mujer ejemplar, dice el proverbista, es generosa, pues alarga su mano para ayudar al pobre y extiende sus manos compasivas al menesteroso. Es incansable trabajadora, que con voluntad produce con sus manos. Es digno enfatizar la veracidad de las palabras del proverbista. La mujer trabaja arduamente, a veces, sin medida. Muchas son aquellas que realizan trabajos fuera del hogar y cuando llegan a casa no arriban para descansar. Más bien, ven con diligencia si su familia ya se alimentó, si sus hijos hicieron sus deberes o si la casa está limpia y en orden.

La mujer ejemplar prodiga cariño a su esposo e hijos. Es la última que se acuesta, revisando puertas y ventanas, apagando luces o dejando listas las cosas para el día siguiente. Es lamentable que muchos hombres no aprecien ni valoren todo lo que hace su esposa en el hogar. Es muy fácil oír: “mi mujer no trabaja, pasa en la casa”.

Hombre hondureños, exaltemos las virtudes de nuestras mujeres y reconozcamos a una sola voz los favores que nos prodigan. Unámonos a la inspiración del poeta Fernando Cely, cuando escribe: “Mujer, que con tu cadencia y tu carne lozana deshojas como pétalos tu amor y tu frescura, rociada, perfumada, cual ánfora exquisita, luminosa y espiritual impregnas de belleza con tu alma de mujer. Mujer niña, mujer moza, mujer maternal. Loor a ti, creación divina, gozas, sufres, amas, y recibe mi homenaje en este poema hecho con amor y gratitud”.

Que la gracia divina continúe vaciándose en nuestras mujeres y que nunca olviden el consejo bíblico: “La mujer que teme a Jehová, esa será alabada”.