07/12/2025
10:26 PM

Lo que les espera

En poco más de un par de semanas tendremos nuevo presidente. Y, junto con él, un equipo de trabajo en el que esperamos no se repitan algunas de las caras que hemos visto en el gobierno del señor Lobo, ya sea porque se han quemado, ya sea porque han mostrado claramente su incompetencia. Todos sabemos lo que a esta gente le espera y, con ellos, a todos los ciudadanos de a pie, que nada tenemos que ver con las decisiones que toman, pero que sufrimos en carne propia, en una dimensión y con una profundidad que ellos parecen no percibir o prefieren ignorar. Desde que se comenzó a utilizar la categoría sociológica de “tercer mundo” nos ubicaron en ella y en ella hemos perseverado. La asistencia sanitaria en el sector público sigue siendo tercermundista: citas para seis meses después; en lugar de medicamentos recetas para que el paciente o su familia vea como se arregla (acabo de vivirlo con una sobrina que estuvo interna en el Seguro Social); un trato al que le falta muchísima calidad humana; condiciones físicas de centros de salud y hospitales que da ganas de llorar, etcétera, etcétera, etcétera. El tercermundismo en educación es más que evidente. En este aspecto se ha querido “sacar pecho” con unas “conquistas” bastante inconsistentes: imposición, ausencia de diálogo, marginación de los sectores protagónicos del sistema en la toma de decisiones; mientras la calidad educativa sigue a la deriva. Ni trescientos días de clase van a mejorar la situación sin compromiso magisterial y este no va a lograrse jamás con la estrategia de la amenaza y el garrote. Las vías de comunicación, como jamás habían estado. Y no hace falta transitar la carretera de occidente. Basta con recorrer el anillo periférico en la propia capital: imposible capearse todos los baches, profundos cráteres a los que se les ponen parches sólo para disimular. Seguro que para la toma de posesión maquillan un poquito a la pobre Tegucigalpa, para que el resto del año se la lleve el diablo. Pero, por encima de lo ya señalado, los nuevos (o repetidos) funcionarios, deben tener presente que les espera una ciudadanía mucho más crítica y demandante que nunca. Este no es el pueblo que gobernó Callejas o Maduro o el mismo Pepe. Yo sé que al señor Hernández no le gusta para nada que se le recuerde lo siguiente: que sólo un poco más de la tercera parte de los votantes lo quería como presidente; que, afortunadamente, somos un pueblo amante de la paz, pero que no somos tontos. Honduras ha dejado de ser un botín a repartir. Y si no hace algo serio por este país la historia le pasará factura, y no con el quince por ciento con que nos ha golpeado una vez “ganadas” las elecciones.