Recientemente se me preguntó cuál era la mayor lección que yo había sacado después de trabajar por más de 50 años en los cursos Dale Carnegie. Me fue muy fácil contestar: “El ser humano tiene un poder latente tan formidable que se sorprende de lo valioso que resulta”. Creo que he ganado el derecho de hacer esta declaración. He dictado cientos de sesiones del curso Dale Carnegie, el famoso programa de desarrollo de habilidades personales reconocido mundialmente. He visto a hombres y mujeres de ambición que en un tiempo sufrían las oportunidades de hablar frente a un público, desarrollar ahora una charla haciendo reír, poniendo serio, provocando reflexiones en su público, moviéndolo a la acción, inspirándolo. Los he visto ganar una magnífica confianza en sí mismos. Yo he presenciado, amigo lector, verdaderos milagros, milagros modernos, milagros que llenan la vida de las personas que se descubren a sí mismas.
La vida carece de sentido si no logramos que nos dé las satisfacciones personales adecuadas. Muchas personas andan por las calles de todas las ciudades del mundo con el sabor de la derrota en sus bocas. La causa no suele estar en lo que sucede a su alrededor, sino en lo que sucede dentro de sus cabezas. Ellos piensan en términos de “La gente con que trabajo es detestable” y su realidad lo confirma. Pero lo sensacional, lo verdaderamente impactante, es el cambio que produce la aplicación de nuestros principios de relaciones humanas, “¡Todo cambió tanto en mi trabajo!”.
Cree usted que exagero. Veamos lo que un experto, William James, profesor de Harvard, reconocido como el padre de psicología moderna, nos dijo: “En comparación con lo que deberíamos ser, solo estamos despiertos a medias. Solo utilizamos una parte muy pequeña de nuestros recursos físicos y mentales. En términos generales, el ser humano vive así muy dentro de sus límites. Posee poderes de diversa suerte que habitualmente no utiliza”.
LO NEGATIVO: Llenar nuestra cabeza de pensamientos negativos y conformarnos con una vida mediocre.
LO POSITIVO: Descubrir esta formidable verdad: “¡Usted es una persona mucho más valiosa de lo que usted mismo piensa!”.
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