28/11/2023
02:58 AM

Lenguaje inclusivo e impositivo

Víctor Ramos

La Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) de la que forman parte la Academia Hondureña de la Lengua (AHL) y la Real Academia Española (RAE) no aceptan el lenguaje inclusivo. Sostienen que la estructura actual incluye perfectamente a todos. La tarea de la Asale es procurar darle limpieza al lenguaje, pretende que los hablantes usen el idioma de manera correcta, según sus reglas. Por ejemplo no es correcto decir “a lo interno” porque la preposición que significa estar dentro es “en” y lo correcto es “en el interior”; no debemos decir direccionar sino dirigir. El ideal de las academias es que todos hablemos correctamente, pero eso no siempre será posible, pues ni los mismos españoles hablan bien el español y tampoco los académicos lo hacemos a la perfección. Pero la Academia no puede obligar a nadie a cómo hablar, como tampoco puede hacerlo el Estado de manera coercitiva. Es aventurado decir si el lenguaje inclusivo será popular o no. Yo pienso que no: la gente tiende a simplificarlo todo, al menor esfuerzo, por eso decimos pués en vez de pues. Usar palabras innecesarias no creo que gane popularidad. Ahora, quienes usan ese lenguaje no recomendado por las academias son los políticos y algunos funcionarios públicos, pero tal lenguaje no resuelve el problema esencial: a una conserje le dará igual si la llaman conserje o conserja. Lo que sí puede conducir a cambiar su conciencia es que le den igual salario, que le permitan almorzar con todos -incluido el jefe -, que la traten con igualdad y con respeto. Esto sí cambiará las cosas. Lo de conserje o conserja le vendrá igual. Además, los políticos usan este lenguaje aberrante de manera demagógica. No creo que al pueblo le interese esto. No concibo a alguien llegar a su casa y saludar: abuelas y abuelos, papá y mamá, hijos, hijas e hijes. Realmente no lo concibo. El lenguaje inclusivo es una imposición burocrática. El pueblo, y no los ministros, será el que decida. Las lenguas evolucionan, como todo. Pero este lenguaje llamado inclusivo no es evolución, sino imposición. El lenguaje evoluciona hacia la sencillez, la limpieza y la comprensibilidad. Va su evolución a tono con el avance social, técnico y científico. Hacia la claridad y la exactitud, como las matemáticas. El idioma español es la lengua oficial de Honduras, según la Constitución, y este español lo rigen las academias. Por eso el Estado de Honduras tiene un compromiso con la AHL. Dije antes que las lenguas evolucionan. Intercambian entre sí. A este fenómeno de le llama mestizaje. El español se originó de una mezcla entre las lenguas nativas de la Península Ibérica con el latín, el griego, el árabe y ahora con muchas de las lenguas del mundo. El inglés es el idioma que más aporta vocablos a casi todos los idiomas del mundo. Entre Uruguay y Brasil se habla portuñol, igual que entre México y EUA el spanglish. Las palabras provenientes de otras lenguas las impone el uso y no la Academia. Ningún hondureño se asombrará por la palabra cipote proveniente del lenca. Está en el diccionario porque es parte de nuestra habla. Yo no estaría de acuerdo con incluir “locación” en vez de localización, “accesar” en vez de acceder, “aperturar” en vez de abrir, “direccionar” en vez de dirigir. Pero el pueblo dirá si las acepta como suyas.

Las tareas de las academias se resumen: dar comprensibilidad al idioma, aceptar los veredictos del pueblo, procurar sencillez en el lenguaje, normar su uso correcto. ¿Llega todo esto al pueblo? No. Como tampoco habrá lenguaje inclusivo con una población analfabeta y en miseria. El pueblo quiere comer, lo de inclusivo muy poco, creo, le importa. Las academias no pueden prohibir que alguien hable como le venga en gana. El asunto es que se haga entender. Si no la gente le considerará un loco. En otras palabras las personas deben hablar un lenguaje comprensivo, que el interlocutor sepa que le dicen. Por eso la Academia no prohíbe: tiene un conjunto de palabras que forman el español reunidas en el Diccionario de la Asale, y ha elaborado y actualizado la gramática con sus reglas o normas de cómo hablar, pronunciar y escribir, pero si alguien se hace entender en spanglish, bienvenido. Además las academias no tienen capacidad coercitiva y no la necesitan. El Estado si debe hablar apegado a la gramática y el diccionario de la Lengua Española, porque ese es el idioma oficial. Por eso es aberrante leer notas burocráticas o leyes sin el adecuado uso de signos de puntuación, de una estricta ortografía, de un preciso uso de las palabras, de una claridad y sencillez para que lo escrito sea entendido por todos y no dé lugar a diversas interpretaciones o ambigüedades (sobre todo en el lenguaje judicial, administrativo).

Las Academias pretenden que todos hablen bien, pero el uso impone las normas: las academias reconocen el uso si parece correcto y razonable.

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