“Ocurra lo que ocurra, aún en el día más borrascoso, las horas y el tiempo pasan”: William Shakespeare.
Las inundaciones que están afectando a nivel mundial es un fenómeno multicausal, afecta en gran medida la infraestructura, cultivos, personas, resultado del desborde de ríos, exceso de lluvias, las modificaciones artificiales del terreno, hay diversidad de elementos, pero siempre terminan produciendo destrucción de vías, viviendas, la interrupción de servicios públicos, los daños son evidentes en cada área.
La destrucción en la ciudad portuaria de Derna, en Libia, que trajo la tormenta Daniel, dejó una devastación descrita como un tsunami, causando miles de personas muertas y desaparecidos; es una pena, pero es el resultado de tanta devastación.
El ser humano ha provocado los desastres naturales, lo que produce un impacto en el medio ambiente, la escritura hace un aviso con una figura profética y lo establece: “te damos gracias, Señor Dios todopoderoso, el que eres y que eras y has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra”: Apocalipsis 11:17-18 RVR60.
Podemos ver siempre en la vida de Jesucristo fenómenos naturales como la estrella que guía a los reyes, los cielos que se abren, la nube que se aparece en el monte de la transfiguración y de igual manera los fenómenos naturales en el ministerio de Jesús como el viento y las olas que le obedecen, la higuera que se seca, lo que ratifica la dimensión escatológica, presente en Jesús y su mensaje. Nunca se turbe su corazón, el Señor nos libre de toda inundación de problemas; sea lo que esté pasando, usted determine avanzar.