26/04/2024
12:22 AM

Incendios forestales

Este problema, de acuerdo con funcionarios del Instituto de Conservación Forestal (ICF), es causado por la falta de conocimientos adecuados del campesinado criollo.

De acuerdo con un reciente reportaje de LA PRENSA, en lo que va del año se han consumido por los incendios forestales unas 607 hectáreas de bosque en distintos puntos del país. Solo en el mes de enero del año en curso se produjeron 24 incendios y 34 en febrero, y si este ritmo continúa veremos irremisiblemente cómo gran parte de nuestros bosques será pasto de las llamas. Esta cifra, según fuentes oficiales, es aterradora, pues se han consumido unas 520,250 hectáreas producto de 9,255 siniestros desde 2010 a la fecha, lo que nos da una media de 65,000 hectáreas destruidas por año, lo que impacta negativamente en nuestro país que, a la larga, si esto no se interrumpe, se convertirá en un territorio desértico.

Este problema, de acuerdo con funcionarios del Instituto de Conservación Forestal (ICF), es causado por la falta de conocimientos adecuados del campesinado criollo, que tradicional y primitivamente ha creído que la mejor manera de preparar la tierra para los cultivos es la quema agropecuaria sin una técnica adecuada que impida que se convierta en una conflagración de grandes proporciones; pero también incide en este asunto, y que quizá sea el peor problema de todos, la mano criminal, pues las intenciones del incendiario son dolosas, provocadas por el deseo de causar un daño material o ecológico de grandes proporciones.

¿Y qué puede hacerse para detener esta destrucción y barbarie? Que los organismos competentes del Estado trabajen con más esfuerzo haciendo una labor educativa más eficaz, desde la edad parvularia en adelante, enseñando en el agro que existen otros medios alternos distintos de las quemas o rondas que no son peligrosos ni dañinos para la fecundidad de la tierra. Asimismo, lanzar al mismo tiempo campañas educativas por los medios para concientizar a los trabajadores del campo de este problema, implementando programas de ayuda económica o financiera para la adquisición de equipos mecánicos que eliminen el rudimento de las quemas y, finalmente, endureciendo las penas para castigar a los pirómanos responsables de los incendios provocados.

Solamente de esta forma Honduras podrá continuar siendo lo que los poetas le cantaron que era y evitaremos heredar a las próximas generaciones un país desértico, pues ya las fuentes productoras y abastecedoras de agua, como las de El Merendón, empiezan a desaparecer. El problema de los incendios forestales en nuestro país es de vieja data, pero no por ello debemos bajar la guardia y cruzarnos de brazos, debemos por contra poner manos a la obra antes de que sea demasiado tarde.