Nick Vujicic es un orador motivacional australiano, conocido porque carece de sus cuatro extremidades. Sin embargo, sus defectos físicos no le impidieron convertirse en un gran motivador. Es más, se podría decir que sus imperfecciones son las que han facilitado que él pueda impactar e inspirar a miles de personas alrededor del mundo. Aunque Vujicic mismo confirma que al principio sentía que sus defectos eran una maldición.
Como bien señala Jimmy Karuniadi, la mayoría de nosotros puede nombrar rápidamente las características físicas con las que no quisiéramos haber nacido. Es difícil imaginar que estas imperfecciones puedan tener un efecto beneficioso a nuestro favor. Y la verdad es que así es. Los defectos desempeñan un propósito en nuestras vidas.
¿Ha observado usted alguna vez las marcas u hoyos que cubren la superficie de una pelota de golf? Ellos hacen que parezca imperfecta. Sin embargo, cumplen un gran objetivo. Si las pelotas de golf fueran perfectamente lisas solo recorrerían un aproximado de cien metros. Pero la misma pelota, con la clase adecuada de hoyuelos, recorre el doble o más de espacio. Estas “fallas” aparentes minimizan la resistencia del aire de la pelota y le permiten recorrer mayores distancias.
La Biblia afirma en el Salmo 139 que Dios, como un minucioso artesano, formó cada parte de nuestro cuerpo en el vientre de nuestra madre (v. 13). Luego añade que Dios dirigió (vio) todo el proceso cuando nuestro cuerpo fue cobrando forma (v. 16). Por esto, el salmista exclama en el verso 14: “Soy una creación maravillosa, y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro!”.
A Dios no se le escapó nada respecto a cómo seríamos en cada aspecto de nuestra vida. Así que, nuestro deber no es quejarnos de las imperfecciones que poseemos ni luchar por extirparlas. Más bien, nuestra tarea es descubrir cuáles son los propósitos que cumplen para nuestro propio bien.
