Pensión para mayores de 80 años, un acto de respeto y justicia

La propuesta de una pensión para hondureños mayores de 80 años plantea una alternativa financieramente viable para garantizar un ingreso básico a quienes no cuentan con ninguna protección social.

  • Actualizado: 14 de diciembre de 2025 a las 23:45 -

La propuesto de una pensión para hondureños mayores de 80 años busca ser realista y financieramente sostenible. Se estima que con una pensión de L 3,000 mensuales para aproximadamente 100,000 personas de 80 años o más que no tengan otra pensión, el costo anual rondaría los 122 millones de dólares, lo que equivale a menos del 0.3% del producto interno bruto del país. Para una economía del tamaño de Honduras, este gasto es manejable y podría financiarse mediante reasignación presupuestaria, en particular reducción de gastos superfluos o discrecionales, incluyendo su sustitución por la partida de asignación de vehículos de lujo arrendados vía Tasa de Seguridad.

Es posible implementar esta ayuda utilizando estructuras ya existentes, como los registros de beneficiarios de bonos o bases de datos del Registro Nacional de las Personas, para identificar a quienes cumplen con los requisitos y no reciben otra pensión. Los pagos podrían realizarse a través de cuentas bancarias, tarjetas de débito o billeteras electrónicas, reduciendo riesgos de filtración y facilitando el retiro incluso en zonas rurales.

Es importante señalar que, al tener un criterio universal, no se puede excluir por razones políticas. Para que quede más claro, veamos un resumen del programa propuesto para Honduras: la edad mínima es de 80 años, cubrirá únicamente a hondureños que NO reciben otra pensión. Al menos 100,000 personas recibirían 3,000 mensuales, el equivalente a $121. El costo anual estimado es de 122 millones de dólares; es decir, 0.3% del producto interno bruto (PIB).

Crear una pensión suplementaria no resolverá todos los problemas de la vejez en Honduras, pero puede cambiar la vida de quienes más lo necesitan. Es un paso modesto y posible que garantizase que los adultos mayores de 80 años, que han contribuido toda su vida a la sociedad, tengan un ingreso que les permita comer mejor, medicarse a tiempo y vivir con dignidad sus últimos años. Un programa exitoso con resultados validados podría ser expandido hacia edades menores.

Más allá de los números, se trata de una cuestión de respeto y justicia hacia quienes construyeron este país. Con un diseño bien enfocado y controlado, Honduras podría dar un ejemplo de cómo proteger a sus mayores sin comprometer la estabilidad fiscal, demostrando que cuidar de los más vulnerables es siempre una inversión que vale la pena.

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