23/04/2024
05:55 AM

Hábitos

Sergio Banegas

La vida consiste en momentos, y esos momentos se determinan por los hábitos que hemos adquirido. La plenitud de la vida consiste entonces en desarrollar de manera intencional los comportamientos que nos llevarán a cumplir nuestro propósito.

Realmente todo inicia por ese descubrimiento: tal como los filósofos de antaño de manera seria y responsable debemos responder a las preguntas: ¿Para qué estoy en la tierra? ¿Para qué existo en este momento? ¿Cuál es el significado de mi existencia? ¿Cuál debe ser mi aporte a mi propio cosmos?

Una vez que respondemos de manera clara esas interrogantes comenzamos a edificar a través de pensamientos que tengan ese enfoque, es a lo que denominamos visión de vida, formamos un cuadro mental de lo que debería ser nuestra existencia en el ahora y el mañana.

Pero no podemos ser idealistas y soñadores creyendo que todo surgirá de la nada y que del ocaso a la aurora nos encontraremos realizando lo que hemos visto en nuestra visión: no, después del plano arquitectónico viene el diseño de la estrategia para identificar como lo vamos a llevar a la realidad.

Es ahí donde entran en juego, primero los pensamientos, después los comportamientos, luego las conductas reiteradas, prosiguiendo con los hábitos formados en forma de disciplinas personales, y por último el alcance de la meta. Entonces significa que lo que hacemos a diario, el ladrillo cotidiano que ponemos en la edificación es el cambio lento y quizás imperceptible que al final hace la diferencia para bien. En ese sentido vale entonces revisar nuestra agenda diaria: en que transcurren nuestras horas y minutos, cada vuelta de la manecilla del reloj es un instante irrepetible y que no estará nunca más disponible para el mañana, es un instante del ayer que no volverá. Hagamos pausa intencional para revisar si el día a día nos está acercando a la tierra prometida o de manera superflua estamos dando vueltas en el desierto en el cual nos exponemos a las fieras de lo banal y de lo efímero, olvidando de esta manera lo esencial que es invisible a los ojos. El tiempo es ahora, el mañana a nadie ha sido prometido.