Hace ya mucho tiempo conté en esta misma columna el caso de un hombre que me estafó cien lempiras y lo mucho que me había alegrado de ello. En aquellos tiempos, la moneda de Honduras se cotizaba a dos por dólar, de manera que la pérdida era el equivalente a cincuenta dólares. Estaba recién llegado a Honduras con mi familia cuando conocí a un cubano, que decía ser experto en la fabricación de perfumes, lociones y brillantinas para el cabello, que entonces se usaban mucho. Hablamos de una sociedad en la que yo aportara mis ahorros y él su experiencia.
Margarita, mi esposa, como buena sampedrana me apoyaba en ese proyecto adicional. Pero las cosas tomaron un giro diferente. Un sábado, en que platicamos en mi casa de los productos a producir y otros pormenores del negocio en ciernes, mi presunto socio ya al despedirse me pidió cambiarle un cheque de 100 lempiras, y yo, confiado, le di el dinero.
El lunes fui al Banco Atlántida en otra diligencia y decidí cambiar el cheque.
¡Descubrí que era de una cuenta cerrada un año antes! ¿Por qué dije que me alegré de perder ese dinero? Porque compré la experiencia que salvó mis ahorros.
¿Podemos pensar ganar cuando perdemos? ¿Quiere otro ejemplo? Imagínese a una muchacha de 17 años que queda encinta de un novio que huye y se pierde. Cuida y da a luz a su hijo en su propia casa, contra la opinión de su familia. Conoce a un hombre nacido en Cuba. Miguel se enamora del niño, de ella y se casan.
Adopta al pequeño Jeffrey y le da su apellido, Bezos. Le proporciona la mejor educación, desde la elemental, el High School hasta la universitaria en Princeton. Después de trabajar en varias empresas, Jeff Bezos se da cuenta del futuro que va a tener el internet y el e-mail. Desarrolla desde un garaje la empresa Amazon, que crece exponencialmente y pronto se convierte así, el hijo abandonado por su irresponsable padre biológico e impulsado por su padrastro, en uno de los hombres de negocios más exitosos y más ricos del mundo.
LO NEGATIVO: Creer que el perder algo siempre será una tragedia y centrarse en ello.
LO POSITIVO: Saber que podemos esperar siempre lo mejor. Dios premia la actitud positiva.
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