23/04/2024
01:48 PM

Exigimos mano firme contra la criminalidad

Víctor Ramos

Wladimiro Lozano fue mi alumno en la Facultad de Ciencias Médicas, muy buen alumno y preocupado por los problemas sociales de Honduras. Más tarde hizo estudios de especialidad en ginecoobstetricia y fue a La Habana, por su cuenta, a estudiar ultrasonido. Con toda esa preparación no pensó en quedarse en la capital, sino que regresó a su pueblo Olanchito para poner al servicio sus conocimientos. Hace unos días, en su Olanchito querido, Wladimiro Lozano recibió dos balazos que terminaron con su vida valiosa, con un profesional de la medicina capaz que costó mucho dinero al pueblo y a su familia formarlo. Sacrificar personas por venganza, por robarles, por riñas entre maras o vecinos y por problemas del narcotráfico ha vuelto a colocar a Honduras en el sitial, nada honorable, de ser un país violento e inseguro.

Libre prometió, en campaña, impulsar un proyecto destinado a enfrentar la criminalidad: propuso crear una Policía Comunitaria y tenía como compromiso eliminar la Policía Militar –muy atacada durante las protestas por su agresividad y por su origen oscuro.

Todo esto no se ha cumplido y el jefe de la Policía, traído exprofeso desde los Estados Unidos, en donde se encontraba refugiado, no ha resuelto el problema, por el contrario, la criminalidad va en aumento y las capturas siguen casi nulas, aunque, con motivo de las últimas masacres, que fueron las que desataron la insatisfacción de la presidenta Xiomara Castro, se ha presentado la captura de algunos posibles actores que por la práctica que siempre hemos visto podría tratarse de personas que no tienen nada que ver con el asunto, pero que sirven para taparle el ojo al macho.

A mí me sorprendió la presidenta Xiomara Castro cuando, al inicio de su gobierno, se dedicó a encumbrar a los militares y a los policías y los presentó como la reserva moral de nuestro país. Lo digo porque justamente estos militares fueron los que dieron el golpe de Estado en 2009, fueron quienes capturaron al presidente y los enviaron en piyama a San José; fueron estos militares y los policías los que reprimieron las manifestaciones antigolpe y los responsables de muchos asesinatos de los marchistas, de la violencia desatada en contra de las protestas con el saldo de muchos heridos y detenidos que fueron judicializados injustamente. Es lógico que con estos policías y militares que nomás ayer perseguían la protesta y que sostenían el régimen ligado al narcotráfico no se podía contar, porque, como podemos ver no era con elogios que iban a cambiar de actitud frente al nuevo gobierno. Es más, las muertes por la criminalidad no solo son la única incumbencia de la Policía, sino también el aumento de las muertes, los heridos y la destrucción de bienes por accidentes de tránsito que se deben a la total inoperancia de la Policía que brilla por su ausencia y ha dejado que los conductores, sobre todo los indomables del transporte urbano, hagan lo que les viene en gane en violación de la ley, incluso en las narices de la Policía.

La presidenta Castro ya no puede andar con contemplaciones en relación con este asunto en el que están de por medio nuestras vidas. Tras el ultimato dado a los responsables de la seguridad nacional no ha habido resultados que nos dejen con tranquilidad. Necesitamos respuestas efectivas: un verdadero plan para enfrentar con firmeza y patriotismo la delincuencia y la irresponsabilidad de los choferes.

La población está impaciente por lo que pasa y quizá una cadena nacional anunciando un Plan efectivo de seguridad ayude a que logremos un poco de tranquilidad, porque no estaremos realmente despreocupados hasta no saber que tenemos una Policía capaz de enfrentar el crimen y la irresponsabilidad. Esta Policía, ayer nomás ligada a las bandas delincuenciales, no puede ahora darnos certeza de que no está contra la criminalidad ni en su apoyo de manera solapada.

No podemos atraer turismo solo con la suspensión del uso de las mascarillas. El turista quiere seguridad contra la delincuencia. No deja de ser sospechoso que la criminalidad en el gobierno del socialismo democrático vaya en aumento, como un reto a las actuales autoridades, para convencernos de que el tiempo pasado del narco Estado fue el mejor y que hay que retornar a él. Aquí en la vecindad tenemos los ejemplos de El Salvador y Nicaragua que han enfrentado con firmeza la criminalidad y la delincuencia. Quizás esas no sean las respuestas que necesitamos pero si no estaría de más ir a ver que hacen y que es lo que podemos repetir acá para lograr la eficacia que nos permita salir de este atolladero y asegurar la seguridad del Estado y de la ciudadanía.

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