31/03/2023
01:34 PM

Estos días mágicos

Roger Martínez

Tanto para los que procuramos vivir estos días previos a la Navidad con algún sentido sobrenatural, como para aquellos que más los asocian con la pura celebración festiva, es este un tiempo realmente mágico. Una mezcla de clima fresco y cielos despejados, más de una cena con amigos o compañeros de trabajo, intercambios de regalos, y muchas otras cosas más, hacen de diciembre el mes favorito de muchos, y yo me encuentro entre ellos.

De jovencito, lo que me gustaba de este mes era el regresar a Juticalpa, estar con la familia, volver a ver a algunos de mis amigos de la infancia y adolescencia, y, por supuesto, disfrutar de esas comidas de temporada que solo se disfrutan en Olancho: los pasteles de cazuela y la pulpa de cerdo rellena, además, de esos otros platillos y bebidas que son patrimonio nacional y que allá también se consume: el rompopo, los nacatamales y las torrejas. Aunque estas últimas llegaron no hace tanto tiempo a esa zona del país en época de Navidad, porque durante décadas, siglos tal vez, solo se acostumbraba comerlas durante Cuaresma y Semana Santa.

Fue una vez casado y luego convertido en padre de familia que comencé a vivir con mayor alegría e ilusión la Navidad. Ver cómo a mis hijos les brillaban los ojos cuando comenzaban a tener conciencia de que el árbol ya estaba puesto, o cuando mi esposa y yo les preguntábamos qué querían que les trajera san Nicolás, o veían los regalos al pie del árbol, me producía una sensación difícil de explicar, mezcla de ternura y envidia al contemplar su inocencia y la confianza total en que sus deseos se harían realidad. Ahora que los hijos han crecido, he comenzado a vivirlo de nuevo cuando veo reacciones y gestos idénticos en mi, hasta ahora, único nieto, Josemaría.

No me canso de repetir que, en Navidad, parece que la bondad humana se desatara, que hasta los más amargados hacen una mueca que pretende ser una sonrisa, que los tacaños tiene raptos de generosidad y que la cercanía con familia y amigos saca lo mejor de nosotros. Mi esposa dice que ojalá y todo el año fuera Navidad. Yo le contesto que no, que, así como somos los seres humanos, pronto nos acostumbraríamos y la magia se terminaría en cuestión de semanas. Es mejor esperar a que termine el año, para vivir estas fechas luminosas que nos devuelven la esperanza y nos acercan al misterio de la encarnación y del nacimiento del Hijo de Dios.