29/11/2023
09:14 AM

ENP, otro frente abierto

  • 17 agosto 2023 /

La discontinuidad, en que una administración no sigue las obras de la anterior, es endémica. En las Ruinas de Copán puede apreciarse la conducta infantil en que el gobernante destruía las estelas del gobernante anterior, aunque fuese su propio padre. “18 Conejo”, por el contrario, construyó las propias, sin destruir las de su progenitor. Por esto tenemos las maravillas de unas “ruinas” que ejemplifican un pasado esplendoroso. Después de la independencia siguió la mala costumbre. La frase “cada alcalde manda en su año” fue una expresión clara de un terrible mal que ha impedido el uso racional de los recursos. El mejor ejemplo de discontinuidad nacional es el Ferrocarril Interoceánico. Si no fuera por ello, hoy tendríamos una vía que mejorándola (electrificando líneas) podría permitirnos aprovechar nuestra condición ístmica. Y la prueba, que no aprendemos, la tenemos en la infantil conducta de los gobernantes actuales que creen que su mérito radica en poner en duda, desconociendo incluso, los pactos o contratos de la administración anterior. O interpretándolos antojadizamente. Esto último es más doloroso, cuando uno de los contratantes es una empresa; o, un individuo del exterior.

Esta conducta se basa, además, en la creencia que, lo que se haga ahora no traerá consecuencias. Por ello, muchos funcionarios, para llamar la atención, olímpicamente incumplen las obligaciones de pagar las deudas estatales, faltar a los deberes, negándoles a los empresarios el cumplimiento de los compromisos, en los cuales basaron su decisión de invertir. La ley se ha hecho para cumplirla, aunque los cínicos digan lo contrario. Por ello, Honduras será en los próximos años objeto de las mayores demandas por el incumplimiento de sus compromisos con empresarios extranjeros.

Y como aquí cada quien compite por hacer el ridículo, el turno le ha tocado al gerente de la Empresa Nacional Portuaria (ENP) que, en un abuso de la buena fe de los hondureños, se auto titula ministro, cuando no tiene el rango de tal; y asume posturas de abogado cuando solo es un hábil cirujano plástico, metido en camisa de once varas. Que posiblemente, por ello, no repara que los contratos tienen fecha de vigencia y caducidad. Y que, ambos extremos, claros en sus cláusulas, tienen que cumplirse. Y que, si por razones caprichosas se hace lo contrario, el país –nosotros los contribuyentes– tendremos que pagar el ejercicio caprichoso de funcionarios quienes han pasado por alto que el cumplimiento de la ley les da seguridad a ellos; y, le permite al país, lograr respeto y consideración, internacionales.

Las economías externas, que han descubierto la inevitabilidad del comercio internacional y la necesidad de dar seguridad a las inversiones, han creado tribunales de arbitraje. Y establecida la obligación de los Estados con los mismos, porque su sometimiento a los mismos da seguridad a las inversiones. Los que no lo hagan se convertirán en estados parias. Por ello, el gerente Bueso de la ENP, tiene que entender –aunque sus abogados le digan lo contrario, porque muchos no honran el oficio de la verdad y la ley- que, incumplir los contratos; o establecer caprichosamente la conclusión de los mismos, constituye un severo daño para su reputación personal y mucho más, para los intereses hondureños. No solo en términos de alterar las fechas indudables, en donde la pérdida esta anticipada, sino que además en la reducción de las inversiones internacionales; o en el incremento de las exigencias de quienes lo hagan porque anticipan que están pactando con un régimen que se caracteriza por su falta de voluntad para honrar los compromisos de las autoridades de las administraciones anteriores. Bueso volverá al quirófano. Pero su prestigio, ahora, debe ser cuidado.

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